Poemas / Ana María Manno
Algo de la flor del verde junco se balancea al ritmo
Algo de la flor del verde junco se balancea al ritmo
de la mirada, el tranquilo olivo reúne en su
presencia el detalle de la suma de las flores, lo azul
vive levando al sol el amor se mueve sin tocarme
tocarme
//
busco el templo la incisión en la desgarradura del cuerpo
ser arrojado al latido de una creencia sin fondo
erradicación de la distancia fantasmagoría de bello púbico
entre curvas premura
lo que se lee hoy pensando en el hoy lo que se lee hoy
pensando en el ayer
//
agranda en la boca captura capta vive de su boca
<
como un devenir amasado con leche tibia sus labios
sazonan por consumirse en un destilado se atraen se
provocan sus cavidades beben el líquido extrayendo
de sus partes invisibles el deseo transportado en
imágenes
la noche eleva su mínimo profundo se habla de muerte
de cuerpos detenidos
se habla
//
tornasolado el matiz errante del deseo
//
la mañana arrastra el instante en que el olvido vierte
su caricia
alteración de los flujos del pensamiento la aceleración
se come los deseos el desamor
hay un quiebre titila subvierte de la palabra su significado
alteración de lo breve
lo triste
perfuma
//
aquello de lo que se quiere hablar aúlla
no se alcanza una frase una migaja de sentido
un hueso no se alcanza
sobran fragancias importadas de otro jardín
sobran cuerpos faltan almas
¿ acudo al dolor para no pensar o pienso
para acabar con el dolor ?
asocio mi alteridad a los cambios de lo real
la tarde se impone
el libro deja mis manos
//
el aroma y el silencio luego de la lluvia merodeo
por la trastienda de un pensamiento quebrando
la nocturnidad aludiendo a un desorden de grutas
subterráneas enmiendas de frases hechas
devueltas a su fragilidad y su locura
hago de lo real un mundo de formas irreales
para desaparecer en apariencia
//
Abstracciones
un baño de luz divide la realidad de la ficción
la mirada deshace fracciones de mar
lo claro resulta confuso las ensoñaciones
proveen al alma del alimento necesario
el ser soñado se sueña
lo que queda del agua con gas derrite la sed
la acidez madura los restos del día capas
superpuestas de sueños hablan del mar
el equilibrio del ojo acapara la extensión
de la playa
no hay inocencia en la mirada, gradualmente
se desintegran las partículas tóxicas del sueño
la vista del mar no se sabe si es real
la corriente la chupa la manosea la tiene ya no quiere soltarla
hablo del mar de su cuerpo objeto pulsión
mirada de mujer mirando el mar, lo que eleva templa
mar pensado mar crujiente eyacula en los bordes
la queja
pura playa evanescente cunde calma mirar el mar
la saliente bebe de su boca errabunda menea distorsiona
la idea de llegar a verlo una vez más dispersión
digo lo que veo mar por aquí mar por allá
el infinito descompone lo que pasa y lo vierte
voracidad por mirar por ser inflamable y desaparecer
adelante en el mar la línea de infinito desaparece
gris alargado de verdes buscando el sol que no se alcanza
en esta tarde ni en aquella
arriba una mancha celeste crea un brillo
que divide las aguas
decido alejarme
el mar no me reconoce yo soy el mar esa delgada línea
que abre y cierra
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Poemas de Ana María Manno, de su libro inédito «Bruma sobre cuerpos»
Ilustraciones: La Murga