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Número 57

Auto de fe y otros poemas / Jorge Arbeleche

Auto de fe y otros poemas

Auto de fe y otros poemas / Jorge Arbeleche

IDA Y VUELTA

A Gerardo Ciancio

“Toda forma es un gesto
una cifra, un enigma.”
Rubén Darío


No se divisa orilla alguna
no se sospechan
cáscaras quebradas de crustáceos
no hay vuelo
que augure tierra firme
no hay ala
ni escama alucinada
debajo de las olas
no late el mar
y luce herrumbrado el tridente de Neptuno.

Hambriento de viento su velamen
encastrada su quilla en dura grava
−toda ancla su cuerpo pareciera
porque mudos y sordos
van remo y remero−
contra toda planicie calcinada
contra todo arrecife muralla cerco o pozo

la nave
va
atraviesa la ruta encrespada del coral
quiebra su proa
y entre las grietas de la espuma
alegre
eleva sus áncoras al aire.

La nave
sigue
y cuando arriba por fin
a la sagrada costa
se escucha entonces
relinchar las yeguas
montadas por todos los centauros.

Cada gruta del bosque
se humedece
se abren gozosas lentas
las ancas de las bestias
y el aire queda preñado
de células sonoras.

El óvulo del canto ha germinado
y olvidose la nave la ruta
del regreso.



EL VIEJO

Para Álvaro Ojeda

De pronto se topó con el espejo.
Llave lápiz y libro, en alboroto
resquebrajaron el silencio roto:
era suya la cara de ese viejo

que sin iris ni párpado miraba
la sombra inmóvil de esa cara yerta;
los goznes herrumbrados de una puerta
penumbraron al fin puerta y aldaba.

El rosto sin embargo que veía
guardaba de la luz esa alegría
atisbada hacia el fin de la escalera;

allí sube peldaño tras peldaño
sin importarle tropezón o daño.
Era la luz que vio la vez primera.



AUTO DE FE

Escucha
mira
palpa
el crepitar el humo el rojo
abierto
en la alfombra púrpura de brasas

atrévete
atraviesa
imprime

tu planta y
traga
el hilo salobre de tu lágrima

porque ya estás en el umbral del miedo
y entre su remolino te ves entreverado

avanza
estás dentro del fuego
mientras el viento te arroja a sus hogueras
mientras los otros te miran asombrado

los que nunca
escucharon
la mano
desplegarse
en un bosque humedecido de caricias
cuando chispea el carbón de la mandrágora

los que nunca
admiraron
la campana y el mástil
el surtidor y el círculo.

Has desatado
el nudo sin fin de la batalla
y nadas en la otra orilla del combate.

Ya conoces la tercera ribera de las islas.
Ya comprendes el sentido de las rayas del tigre.

Estás en posesión
de toda la música y de todo el silencio.

Y los demás, nos temen.



AGÜEROS

“¿Cuál es el deber del poeta?
Poner gotas de luz en la oscuridad.”
Odiseo Elytis


Cuando el rayo de luz
abra
con entusiasmo la ventana
cuando el cuarto de claridad entera
inunde
cuando el aire sea para siempre
alegre
y todas las cosas
transparentes
sean,
cada mota de polvo
iluminada
−esa partícula
esa fosforescencia−
habrá de ser sagrada.

Hasta el sueño de piedra
de los gallos.



AGUA

Esta es el agua
mansísima
del río
adonde bajan a beber las vacas
en medio del humo vertical del mediodía.

El silencio es redondo
como el musgo.

A veces
lo rasga
alborotado
el empinado verdor de la alegría.

Esas vacas
vinieron ayer y volverán mañana.

La misma agua
idéntica la greda
los juncales creciendo en su pereza.

La corriente con ondas
no conoce la espuma el remolino ni la ola.

Es un arroyo campesino
sin cascadas ni rápidos ni deltas.
No conocerá el mar.
No sabe de afluentes de botes ni veleros.
Pero es el dueño erguido de toda su victoria
con esta agua que es
el agua del bautismo de la primer mañana

conocedora
de todas sus orillas y todas sus honduras

donde cada mañana bajan a pacer los unicornios
y a la tarde los peces irán a desovar.



EL ESPACIO DE LAS MÁSCARAS

Ambigua sustancia la del tiempo. La de los
recuerdos. La de los objetos. Con el uso pierde
su primitiva consistencia; el tejido se va
abriendo se tornan fibrosos flotan como
medusas se confunden unos con otros se
vuelven una masa informe. Difícil tarea recordar.
Nadie conoce a nadie. Máscaras.



EL ESPACIO DEL RECUERDO

El que llega de tarde había llegado. Hablaba
lento y poco. Sin embargo se ponía locuaz de
cuando en cuando. Y contaba cosas de sí y de
su tiempo niño con plantas y verduras con
gallinas con huevos madre y mermeladas con
silencioso padre de tez y ojos oscuros con
hermanos y música y silencio. Mostraba fotos
como si allí hubiera guardado los días de las
sonrisas las máscaras de la felicidad cuando era o
parecía más fácil la empresa de los días cuando
todo tenía una base donde apoyarse y entonces
se sabía por qué y cuándo y cómo iba a surgir el
perfecto redondo y acariciante huevo de la
tierra. Se miran y el que llega de tarde aún son-
ríe. Extiende entonces el tiempo hasta esta tarde
y en este cuarto donde habla y donde cuenta y
canta donde vive y se viven palmo a palmo y
palabra a palabra se siente como que empieza a
rebrotar la vida.



ÚLTIMO ULISES

El que todo lo vio por los ojos de un ciego
héroe de la total aventura
es también una sombra del polvo de Ítaca
el reflejo tan sólo de una ilusión y un mito.

Como nosotros
que nada vemos sino
la imagen de un espejo borroso
donde se esfuma la forma de seres y de cosas
que en la alta noche se concentran y duelen.

Selección de Héctor Rosales para M/57.
Barcelona, agosto 2013.

Del libro «El bosque de las cosas» / Antología 1968-2006 (Librería Linardi y Risso, Montevideo 2006).

____________________

Jorge Arbeleche, uruguayo, nacido en 1943.

Profesor de Literatura, ejerció la docencia y ocupó todos los cargos de la carrera docente llegando a los de mayor jerarquía a través de concursos de méritos y oposición.

Paralelamente ha escrito poesía y ensayos desde 1968. Como ensayista e investigador ha estudiado especialmente la obra de Juana de Ibarbourou, cuya figura se ocupó de revalorizar.

Recibió el Premio Nacional de Literatura otorgado por el Ministerio de Cultura en siete ocasiones, también de la Academia Nacional de Letras, de la Revista Plural de México, de la Cátedra Ramiro de Maeztu de Cultura Hispánica, el Bartolomé Hidalgo y el Morosoli a la trayectoria poética.

Ha publicado libros de poesía en Argentina, España, Italia y México y colabora con varias publicaciones de Hispanoamérica.

Su obra ha sido traducida al inglés, francés, italiano, portugués, griego, ruso y persa (farsi). Ha participado en festivales de poesía y congresos literarios de diversos países. Es miembro de número de la Academia Nacional de Literatura, ejerciendo su presidencia en el período 2004- 2006.

https://es.wikipedia.org/wiki/Jorge_Arbeleche

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Número 57

Thomas Mann y su relación con la Alemania nacionalsocialista: la humanización de un mito / Anna Rossell

Thomas Mann

Thomas Mann y su relación con la Alemania nacionalsocialista: la humanización de un mito / Anna Rossell

Si hay algún autor alemán, después de Goethe, idealizado hasta el extremo de haber devenido un mito, éste ha sido Thomas Mann. Y en honor a la verdad cumple desmitificar para colocar al escritor en su justo lugar, aquél que nos permite verlo como verdaderamente fue, para devolverle su humanidad y acercar así al lector a su persona y a su obra desde una perspectiva más lúcida y realista. De ahí el título de mi conferencia, que me he permitido concretar más de lo anunciado, para formular con mayor precisión su contenido, así que la he llamado finalmente: «Thomas Mann y su relación con la Alemania nacionalsocialista: La humanización de un mito».

Este proceso de humanización o desmonumentalización, iniciado en Alemania en los años ochenta por el afamado crítico literario de la literatura alemana, Marcel Reich-Ranicki , a raíz de la publicación en este país de los Diarios del autor , no se ha hecho sin embargo en España , lo cual me ha impulsado a aprovechar la oportunidad que me ofrecen estas Xornadas para hacerlo aquí.

Para ello no podemos echar mano de las obras de Thomas Mann, destinadas a la publicación y a su proyección internacional, sino que hemos de recurrir a aquellos escritos de carácter privado, a su correspondencia de tipo profesional y sus Diarios, que, precisamente por no estar pensados para ver la luz –o al menos para no verla en vida del autor -, nos revelan rasgos de su carácter que no se reflejan en sus obras de ficción. De modo que aprovecho el impulso que en 1987 diera el propio Marcel Reich-Ranicki con su magnífico ensayo Thomas Mann und die Seinen (Thomas Mann y los suyos), así como los Diarios de Thomas Mann, que he releído ahora en busca específica de las pistas en las que he querido basar sobre todo esta conferencia: a saber la vocación de Thomas Mann para la representación –en la acepción más amplia del término- y su relación con el nacionalsocialismo, y haré alguna que otra incursión en sus ensayos y discursos para contrastar y apoyar mi argumentación.

Su Tonio Kröger se lamenta repetidas veces de representar lo humano sin participar de lo humano, y en su novela Muerte en Venecia el narrador dice de su protagonista, Gustav Aschenbach:

«Como su ser entero aspiraba a la fama, pronto se reveló […] maduro y apto para incidir sobre el público gracias al carácter resuelto y a la personal enjundia de su entonación. Siendo aún estudiante de bachillerato ya tenía un nombre. Diez años después había aprendido, desde su escritorio, a representar el papel de hombre importante, a administrar su fama […]».

Sabemos que Thomas Mann dio con frecuencia a sus protagonistas rasgos de su propio carácter. El de la representación fue una de las mayores aspiraciones de su vida. Al igual que Aschenbach, Thomas Mann aspiraba a la fama para recibir los elogios del público y la administró y cuidó para proyectar una imagen monumental de sí mismo, que poco tenía que ver con el hombre que descubrimos en las mencionadas cartas y en sus diarios. Ya en 1916 Thomas Mann escribía en una carta a Ernst Bertram : «[…] desde hace tiempo veo personificado en mí y en mi hermano el sino de Alemania’ […]». Representar la alemanidad se convirtió en la misión de su vida y lo hizo monumental, y como tal monumento pasó a la posteridad hasta la publicación de sus diarios.

Probablemente fuera esta ambición la que le impulsaba a cuidar con exquisita minuciosidad cualquier detalle de su persona que hubiera de trascender públicamente.

En una carta a su amigo Otto Grautoff, de marzo de 1895 -tenía entonces diecinueve años-, leemos: «Cuando entro en la sala de lectura de la universidad, de la que soy socio, […] todo el mundo se aparta de pura admiración. Entonces es cuando me siento en mi elemento. ¡Ya sabes lo puerilmente vanidoso que soy!».

Y con motivo de la publicación de Los Buddenbrook, a finales de 1901, escribe: «A veces se me revuelve el estómago de ambición». Vanidad y ansia de gloria son dos rasgos de su carácter que condicionarán toda su actuación. Los Diarios nos revelan un Thomas Mann en extremo egocéntrico, él es el gran protagonista, el astro en torno y en función del cual giran todos y todo lo demás. En lo concerniente a su persona anota hasta el más ínfimo detalle: si se ha encontrado levemente indispuesto, si tiene los nervios alterados, si ha necesitado tomar un somnífero, si se ha comprado una camisa de color o unos zapatos de piel suave, se explaya cuando le llegan críticas positivas de su obra y se indigna ante cualquier comentario o actuación negativa hacia él. De egocentrismo da fe también el estilo que caracteriza sus diarios: las anotaciones de todo tipo se suceden de modo aditivo sin transición: en el mismo tono aséptico y distante comenta la muerte de un amigo que una tarde de cine o su propensión a la diarrea, que su catarro se resiste a ceder o que tomó tila, y, cuando se refiere a un óbito, este suceso no le sirve para hablar de la persona fallecida sino para hablar de sí mismo. Al enterarse de la muerte del escritor Jacob Wassermann escribe: «Huelga decir que la muerte de mi coetáneo y amigo me obliga a preguntarme con insistencia cuánto tiempo de vida puede quedarme a mí». Y cuando un periódico del Tercer Reich se refiere a Wassermann como a uno de los escritores mejor considerados de la «Alemania de noviembre», añadiendo sin embargo que apenas tenía nada que ver con la auténtica literatura alemana, Thomas Mann se pregunta: «¿Escribirá ése también mi artículo necrológico?».

La imagen que desea proyectar de su persona le lleva con frecuencia a actuaciones de hipócrita diplomacia: Así, después de la lectura de la novela de su amigo Hermann Hesse, «El juego de los abalorios», que éste le había enviado en enero de 1944, lo primero que le viene a la cabeza es que pueda ensombrecer el éxito de su Doktor Faustus, novela en la que él estaba trabajando aún: «Un poco asustado. La misma idea de la biografía ficticia. Que a uno le recuerden que no es el único en el mundo, siempre resulta desagradable». Sólo cuando avanza en la lectura de la de su amigo se consuela: «Hay mucho de ampuloso y flojo, es poco dramático, no dice nada nuevo del ser humano […] a la larga resulta bastante aburrida».

Sin embargo en la carta que escribe dos días después a Hesse, Thomas Mann se refiere a la novela del siguiente modo:

«A una edad en que otros se agotan […] ha culminado y coronado usted la obra de su vida con una creación espiritual que, aunque rebosante de elementos románticos y rica en arabescos, conserva íntegramente su unidad y cohesión, una obra maestra y redonda que reposa sobre sí misma».

Su egocentrismo le impide el más mínimo atisbo de objetividad cuando algo concierne a su persona o a su obra. Marcel Reich-Ranicki, en el mencionado ensayo sobre la familia Mann, pone al descubierto las contradicciones a que le lleva este negativo rasgo de su carácter. En mayo de 1937 leemos en su diario: «Por la mañana redacté una enérgica carta a Frank sobre esa infame pandilla judía que escribe en el Tagebuch (Kesten-Döblin) […]». ¿A qué se debía esta invectiva generalizada contra los judíos? Curiosamente en 1907 Thomas Mann había dicho de los judíos:

«Que aún hoy se ponga en duda, y más todavía en Alemania, tan necesitada del mismo, el papel indispensable de este estímulo de la cultura europea que supone el mundo judío, que se exprese hacia él cualquier sentimiento de rechazo y hostilidad, me parece algo tan grosero y de tan mal gusto que me siento incapaz de contribuir con una sola palabra a esta discusión».

La diatriba de Thomas Mann contra los judíos se debía al hecho de que Hermann Kesten, en la reseña que había escrito de la novela de Alfred Döblin, «Die Fahrt ins Land ohne Tod (Viaje al país donde no existe la muerte)» encomiaba la novela de Döblin sin mencionar a Thomas Mann. Que ésta fue la causa del enfado lo dice claramente el propio autor en una carta que escribió ese mismo día a Bruno Frank, en la que se refiere al artículo de Kesten diciendo que es «tendencioso y servil adulación», que está escrito «clarísimamente contra mí», pues Kesten había dicho de Döblin que era el creador de la «novela mítica en lengua alemana», ignorando su novela mítica «José y sus hermanos». Tanto Kesten como Döblin eran judíos, de ahí que de repente la crítica judía en general se convierta en objetivo de su ira, una crítica a la que sigue insultando en la carta, diciendo que siempre le había despreciado a él, que había ignorado su trabajo «ensalzando a mi costa, a costa del estúpido infiel, en un inaudito alarde de insolencia contra mí, a uno de sus compinches de sangre y de pandilla». Para subrayar hasta qué punto la vanidad hace mella en Mann, Reich-Ranicki cita un pasaje que el propio Mann había dedicado en 1921 a esa misma crítica judía:

«Los judíos me han ‘descubierto’, los judíos han editado mis libros y me han dado a conocer, los judíos han llevado al escenario esa pésima obra de teatro mía […]. Y cuando salgo a recorrer mundo y viajo por las ciudades, casi siempre son judíos también los que me reciben, me dan alojamiento, me alimentan y me agasajan […]».

Y por si fuera poco Reich-Ranicki le da otra vuelta de tuerca a su argumentación recordándonos que

«[…] su ira [la de Thomas Mann] contra ‘la pandilla judía’ no duró mucho. Pocos meses después escribía: ‘Buen artículo de H. Kesten en el Tagebuch sobre el Krull. […]. ¡No hay duda de que la literatura alemana necesita a los judíos!’ Y en una carta a Kesten (escrita también en enero de 1938) opinaba ‘que sin ustedes los judíos, casi ninguna obra de literatura alemana habría alcanzado su reconocimiento’».

Son muchos los ejemplos que se podrían aducir para poner al descubierto la ególatra vanidad y la necesidad de adulación de Thomas Mann, pero este esbozo que acabo de ofrecerles creo que basta como marco en el que encuadrar otro aspecto muy poco conocido en nuestro país sobre el autor que ha pasado a la historia de la literatura como el representante por excelencia de la Otra Alemania, la del exilio. Él, que en su exilio, primero suizo y luego americano, se dio a conocer como el paladín de la humanidad en contra de la barbarie nacionalsocialista; él, que en sus constantes conferencias, declaraciones y alocuciones radiofónicas desde el exilio quiso y supo defender los más altos valores del espíritu frente a las atrocidades nazis; él, que no quiso regresar a su país tras la derrota del nazismo, este mismo Thomas Mann esperó hasta el último momento para manifestar públicamente su aversión al nacionalsocialismo, y este último momento le vino impuesto. Nuestro autor manifestó un sospechoso y demasiado prolongado titubeo en relación con su país, cuando ya gobernaba en él el nacionalsocialismo y su política de terror era ya una práctica diaria e internacionalmente conocida. Los diarios de Thomas Mann, a partir de 1933, nos permiten apuntar la hipótesis de que la tardanza en romper oficialmente con su país se debió precisamente a su gran vanidad y a la necesidad de proyectar una imagen de sí mismo que no quería poner en juego, lo que equivale a decir que, durante demasiado tiempo, prefirió no manifestar en público su condena a la barbarie nacionalsocialista, que él conocía muy bien, que prefirió callar ante la posibilidad muy poco probable de poder regresar y seguir publicando su obra en Alemania. No es que Thomas Mann simpatizara con el nazismo -aunque en algunos momentos sí manifestó cierta admiración y curiosidad por el fenómeno- , si bien sus diarios dan en general testimonio de su aversión, su repulsa y su condena.

Es de sobras conocido que Thomas Mann, al contrario que su hermano Heinrich, veía con recelo la política ; manifestó claramente su conservadurismo y su aristocrática distancia de la política en su ensayo Consideraciones de un apolítico, un panfleto antidemocrático, publicado en 1918. Durante la Primera Guerra Mundial había declarado: «Pensar y juzgar humanamente significa pensar y juzgar apolíticamente […]». Y si bien la evolución de los acontecimientos le obligó a cambiar de opinión y a apostar por la democracia, lo hizo con reticencia y muy a su pesar, y percibió siempre la política como una carga y una actividad que le apartaban de su verdadera vocación, que eran los asuntos del espíritu, para los que el quehacer político no suponía sino un freno y una distracción. En septiembre de 1938 decía refiriéndose al fascismo: «¡Olvidar estos temas, olvidar estos temas! Tengo que reducirme a lo personal y a lo espiritual […]. No quiero verme involucrado en este odio ciego».

Es extendida la creencia de que Thomas Mann se exilió a Suiza perseguido por los nazis, pero esto no sucedió exactamente así. Thomas Mann estaba de gira por diversos países dando una conferencia sobre Wagner , cuya última escala era Suiza, cuando le llegó la noticia desde Alemania que se le desaconsejaba volver. El 15 marzo de 1933 anota en su diario:

«Con la llegada de Eri[ka] llegaron también numerosas noticias sobre las locuras y atrocidades en Munich, arrestos, malos tratos, etcétera, lo que aumentó en nosotros la excitación y el asco, y […], han ido adquiriendo un tono cada vez más patético las advertencias que nos vienen de allí, aconsejándonos que no se le ocurra regresar a Munich a ningún miembro conocido de la familia.
El problema que tanto me preocupa de la caducidad de mi pasaporte para el 1 de abril habrá de resolverse […]».

Ya desde muy pronto, en 1933, año de la subida de Hitler al poder, Thomas Mann juega, pues, con la idea de tener que establecerse en Suiza ante la imposibilidad de regresar a su país. Sin embargo la esperanza del regreso se mantiene a pesar del terror que se iba extendiendo en Alemania, del que Mann tenía puntual conocimiento. No fue hasta el día de año nuevo de 1937 cuando Thomas Mann rompió pública y definitivamente con su país. El 15 de marzo de 1933 se refiere a una conversación con su hija Erika y anota:

«Le pedí consejo sobre mi próximo lugar de residencia: ¿Seefeld? ¿Innsbrück? ¿Zurich? […] nos traía nuevas noticias de los asesinatos y barbaridades perpetrados en Munich, como parte de los continuos y habituales actos de violencia política […]. Salvajadas y bestialidades contra los judíos. La desesperación de ese idiota de Hitler ante la anarquía y la inutilidad de sus prohibiciones […]».

El viernes, 17 de marzo de 1933 leemos:

«[…]. Hablamos de establecer nuestra residencia definitiva en Locarno o en Zurich. Discusión sobre los cínicos y sádicos planes de propaganda del Gobierno alemán, que tienden a sojuzgar la opinión pública, para hacer de ella algo homogéneo y amorfo, destruyendo toda crítica y haciendo que la oposición sea una actitud sin salidas. […]. Horripilante y abyecto. […].
Llegaron noticias sobre la prohibición de Das Tage-Buch y de Die Weltbühne. Me preocupa el Rundschau. No cabe duda de que la tendencia que sigue esa nación es la de suprimir, en lo posible, todos los medios culturales. […] lo que realmente se quiere es la bestialización de las masas con el fin de llegar a un dominio unitario y mecanicista con la ayuda de las técnicas modernas de sugestión».

Y el 23 de marzo:

«La devolución de mi pasaporte se retrasa. […]. Está retenido, según parece, en la ‘sección política’; no ha sido atendida la solicitud de prolongación. […] ¿Qué fin persiguen con la negativa? ¿A qué situación piensan llevarme las autoridades dejándome sin pasaporte alemán? Me están obligando a expatriarme y me confiscarán entonces casa y fortuna?»

No era, pues, en estas fechas el exilio un deseo de Thomas Mann, sino algo que le venía impuesto por las autoridades alemanas.

El 1 de abril se refiere en su diario al boicoteo nazi contra los judíos y lo tilda de «malignidad estúpida y de increíblemente bestial y absurdo», pero pocos días después, el 6 de abril, escribe sobre su intención de darse de alta en el Rotary Club alemán, a pesar de que su colega Bruno Frank ha sido excluido del mismo por su condición de judío, y no sólo sigue firme en su intención de hacerlo sino que hasta duda sobre si aludir a su malestar por aquel hecho en su escrito de solicitud:

«Bruno Frank nos informa […] que ha sido tachado (al igual que los demás judíos, probablemente) de la lista de socios del ‘Rotary Club’ (¡!). Un nuevo indicio del estado intelectual de Alemania. Algo siniestro. El darme de alta es cosa decidida. Lo único por resolver es si hago mención de la absurda actitud del club.”

Y ese mismo día, aludiendo de nuevo al estado de cosas en su país, vuelve a manifestar sus dudas sobre qué hacer:

«[…] la pérdida total de todos los derechos de las diversas regiones alemanas a favor del Reich, de ese Reich. […]. Mi creencia pesimista en la irreparabilidad de todo esto, incluyendo la falta de derechos de los judíos. […]. Estoy íntimamente convencido de que las cosas seguirán así, […], y de que yo permaneceré fuera… y de que quizá no debería hacerlo.”

El viernes, 7 de abril de 1933, escribe:

«Noticias de que en Alemania se disponen a recortar los derechos de los intelectuales, y no solamente los de los judíos, sino también los de aquellos que sean considerados de poca confianza política, contrarios al gobierno. Hay que contar con registros domiciliarios. Nueva preocupación por mis viejos diarios. Necesidad de ponerlos a buen recaudo».

El 17 de abril 1933 anota en su diario que a su hermano Heinrich le han sido confiscados los bienes y clausurado la casa, y prosigue: «[…]. Hablamos […] de la necesidad de evacuar la casa de Munich, cosa que sería deseable, pero que llamaría mucho la atención e implicaría dar un paso definitivo».

En la entrada de su diario, del miércoles, 3 de mayo 1933, desde Basilea, vuelve a la duda, y no son precisamente razones de rechazo a la política de su país las que sopesa:

«[…] Katia y yo hablamos de nuevo durante la cena sobre la disyuntiva de la expatriación o el regreso. […]. Yo soy el que ha puesto impedimentos a una actuación resuelta, movido no tanto por la idea del regreso a lo habitual, sino pensando más bien que Alemania, incluso esa Alemania desdichada y confusa, sigue siendo algo grande, mientras que Suiza…, pero Suiza tiene grandes ventajas…».

El 16 de abril de 1933 un grupo de intelectuales muniqueses protagonizó un acto de protesta contra la conferencia que Thomas Mann había dado sobre Wagner. Thomas Mann se refiere a la noticia tres días más tarde, el 19 de abril, y anota en su diario:

«[…] recrudecimiento del caso de Munich, con un manifiesto en contra mía, firmado por numerosas personas […]. Bruno Frank me trajo el canallesco documento. Sufrí un violentísimo choque de asco y horror, que me duró todo el día. Reafirmación definitiva en mi decisión de no regresar a Munich y de dedicarme con todas mis energías a realizar el proyecto de nuestro asentamiento en Basilea. […]. Frank vino a verme, y gracias a él pude dar los últimos toques, suavizando aún más mi carta, que había compuesto con calma y dignidad».

Son por tanto ataques contra su persona, y no un posicionamiento de rechazo a la política nacionalsocialista, lo que le reafirma en su intención de permanecer fuera de su país. Por otro lado, le está agradecido a Frank por haberle ayudado a «suavizar su carta»: ¿es proporcional el «violentísimo choque de asco y horror» con el tono «suave» de su carta? ¿Qué interés tenía Thomas Mann en mantener relaciones distendidas con Alemania?

El 3 de mayo le han llegado noticias del arresto de todos los dirigentes sindicales alemanes y del despido de un grupo de catedráticos universitarios, entre ellos el hermano de su esposa Katia. A pesar de ello, y a pesar de que el 8 de mayo deja constancia de haberse enterado del asesinato de Félix Manuel Mendelsohn, el 17 de mayo, anota con detalle cualquier dato referente a su persona, como si esto, y sólo esto, fuera a condicionar su actuación hacia su país:

«[…]. El artículo del Völkischer Beobachter , […], sobre la nueva Academia es completamente estúpido. Por el contrario, la actitud en Berlín con respecto a mi persona parece ser más cautelosa: Bernhard Rust, […], se ha lamentado de mi salida de la Academia, y el Berliner Tageblatt, periódico de la izquierda gubernamental, me ha rendido homenaje».

El martes, 1 de agosto de 1933 habla en su diario de «la necesidad de mi negativa al regreso y de los sacrificios que esto implica. ¿Hasta qué extremo se llevará en Alemania el boicoteo contra mí, […]?»

Cabe destacar la expresión «necesidad» y el hecho de que de nuevo las razones de permanecer fuera radicaran en el trato dado a su persona. Mann siente su negativa al regreso como una necesidad, algo impuesto por el boicoteo contra él en Alemania. Su reticencia viene subrayada por la eterna indecisión, reflejada claramente en sus diarios, acerca de cuál será la ciudad suiza donde fijará su residencia, Basilea, Zurich, Lucerna…, o los eternos titubeos sobre qué casa será la más adecuada.

Una de las razones de tanta duda parece ser, como ya he dicho, la prioridad que daba Thomas Mann a la publicación de sus obras en Alemania y a su proyección internacional. Ello empieza a advertirse en la entrada del miércoles, 6 de septiembre de 1933:

«[…].Telegrama de Erika ; ha encontrado una casa muy hermosa y apropiada, […]. Dilema: la inseguridad y la dependencia cultural de Suiza, el silencio que tendría que imponerme, como medida de precaución, por el hecho de vivir allí, amén de que esto no garantizaría el que estuviésemos a salvo de todo peligro. […]».

Este dilema se le plantea al autor después de saber de graves medidas contra doce jóvenes judíos a los que los nazis maltrataron de un modo bestial y de la suspensión de la comida del mediodía durante tres días a 18.000 prisioneros comunistas, de lo que da cuenta el 2 de agosto.

Una no puede dejar de plantearse si Thomas Mann consideraba lo suficientemente graves las noticias de Alemania, que él mismo calificaba de aberrantes y condenaba, pues, aun cuando en sucesivas entradas anteriores de su diario reprueba con contundencia los graves sucesos en su país, después de referirse el 3 de agosto a «las bestialidades realizadas durante el progromo de Nuremberg, a las ejecuciones y asesinatos de comunistas, al suicidio del ex alcalde de Bochum», al que él probablemente había conocido, y de añadir el comentario: «¡Cómo han de atormentar y torturar a las personas para que lleguen a eso!», después de estas anotaciones, de repente escribe en la entrada del domingo, 3 de septiembre de 1933: «[…]. Entre la frecuente embriaguez histérica que caracteriza el periodismo de los emigrantes y la sumisa labor de los escritorzuelos alemanes que colaboran con la ‘reconstrucción del país’, uno ha de encontrar su propio camino de reflexión».

«¿Embriaguez histérica?», ¿es ésta una expresión adecuada para referirse al periodismo de los emigrantes, en aquél ambiente de vandalismo y barbarie? ¿Era el inmovilismo este «propio camino de reflexión» al que se refiere? Sólo un día después, el 4 de septiembre, leemos que en el periódico Die Neue Weltbühne aparece una observación acerca de los escritores que no han sabido hallar todavía ninguna palabra en contra del hitlerismo. Y añade: «Esa provocación periodística me subleva».

¿Le subleva el silencio de otros? ¿Y pues qué sucedía con el suyo? ¿A qué esperaba para tomar un posicionamiento público?

Si bien es cierto que en julio de 1933 Thomas Mann había reaccionado con indignación a la sugerencia de su editor, Bermann Fischer, que le instaba a regresar a Alemania:

«Precisamente porque no hay cargos en contra suya, […] da usted en cierto modo la razón al gobierno si sigue fuera. Pues su alejamiento da motivos para adoptar medidas contra usted, ya que de su actitud se deducirá que usted ha tomado partido definitivamente en contra de Alemania […]. Desde la emigración es imposible juzgar bien las cosas […]. Estamos por completo a su disposición, […]. No lo piense más. […]». también lo es que en agosto del mismo año Thomas Mann cedió ante la insistencia del editor a publicar el primer volumen de su tetralogía José y sus hermanos en Alemania y no en Amsterdam, «‘[…] donde seguramente tendrá una publicidad limitada pero será bien recibido y no se le pondrán impedimentos […]. Resumiendo: ceda el libro a la Editorial Querido […]’». A lo que Bermann Fischer se oponía argumentando que aquello significaría un ‘paso decisivo que no se le perdonará […]. Piense en los lectores alemanes que tiene usted aquí’. El libro se publicó en Berlín. Y de nuevo fue su editor quien le convenció poco después de que se distanciara de la revista antifascista del exilio Die Sammlung, publicada en Amsterdam por su hijo Klaus, lo cual proyectó, con razón, una sospechosa sombra en la biografía de Thomas Mann.

Thomas Mann permaneció fiel a su editor, a pesar de la propia ambigüedad de éste hacia su país, incluso después de que Bermann Fischer se viera obligado en 1936 a dejar Alemania para residir en Austria y se instalase en Estocolmo en 1938, tras la anexión de Austria. En dos cartas de Thomas Mann a su editor, de abril de 1938, desde los EEUU, donde el autor se había instalado, éste reprochaba a Fischer «la política que usted ha seguido todos estos años, la buena relación que ha mantenido con Alemania hasta el rompimiento obligado y también el carácter de su empresa en Viena, orientada todavía hacia el mercado alemán» y añadía que, si ahora quisiera instalarse en los EEUU, «aquellos hechos no le han abonado precisamente el terreno». Sorprende esta recriminación por parte de alguien que había seguido una trayectoria bastante parecida y sólo pocos meses antes de estas cartas había decidido manifestarse públicamente acerca de su posición hacia su país, que además había seguido publicando con el editor por no arriesgar su fama y su prestigio y anteponer fama y prestigio a su conciencia. Y sorprende más todavía si se tiene en cuenta que Thomas Mann había escrito ese mismo año, en 1938, su ensayo Bruder Hitler (Hermano Hitler) en el que, refiriéndose a Hitler y a lo que sucedía en Alemania, manifestaba sin ambages: «No puedo menos de sentir, a pesar mío, una cierta fastidiosa admiración por este fenómeno». Y en la entrada de sus diarios del 10 de abril de 1933 se refiere a la política antijudía de los nazis con clara condescendencia: «Que los nazis impidan que Kerr [que era judío] tergiverse a Nietzsche de esa manera tan insolente y difamatoria no es en definitiva ninguna desgracia, tampoco lo es […] la desjudaización de la justicia». Y si bien añade que «Son pensamientos recónditos, producto de la turbación y del nerviosismo […]», prosigue: «¿No estará sucediendo en Alemania algo importante y verdaderamente revolucionario a pesar de todo? […]. En cualquier caso, empiezo a pensar que el proceso podría ser de aquellos que tienen dos caras». Y diez días después, el 20 de abril 1933, escribe:

«La rebelión contra el elemento judío contaría hasta cierto punto con mi aprobación si la eliminación del control de lo alemán por parte del espíritu judío no resultara tan grave para lo alemán y si los alemanes no fueran tan estúpidos de confundirlo todo y desterrarme a mí con ellos».

¿Significa esto que Thomas Mann hubiera sido insensible a los crímenes nazis contra los judíos si los nazis no le hubieran considerado a él persona non grata? Ello se concluye claramente de esta afirmación.

Hay sobradas anotaciones en sus diarios que ponen de manifiesto que Thomas Mann no estaba dispuesto fácilmente a renunciar a lo que más pudiera darle prestigio y fama a cualquier precio. El 4 de octubre 1933 anota:

«[…] tuve una conversación íntima con [Adolf] Busch, sin testigos, acerca de nuestra situación y del público alemán, […]. Le hablé del carácter angustioso de mi posición tanto en el país como en el extranjero. La realidad es que esa Alemania violada que vive entre sus fronteras exige en verdad demostración de carácter por parte de aquellos a quienes respeta, pero, se sentiría traicionada si uno se separase completamente de ella. El hecho de que viva en el extranjero, en conjunción con la posibilidad de que mis libros sean publicados en Alemania, representa, quizás, una solución conciliatoria a esa contradicción».

A partir de agosto de 1934, probablemente a raíz de una discusión con su esposa Katia , hay en los diarios frecuentes alusiones a un ensayo al que Thomas Mann se refiere con el nombre de El político . Sin embargo no será hasta julio de este año (1934), cuando manifieste explícitamente su intención de publicarlo en el Times, lo cual hubiera representado el rompimiento oficial, público y definitivo con Alemania.

Con fecha del 31 de julio de 1934 leemos en su diario:

«Trato de seguir escribiendo el José, pero no logro pasar más allá de unos cuantos renglones […]. Y es que otras cosas me tienen muy preocupado. La idea de escribir sobre Alemania, de salvar mi alma en una profunda carta pública dirigida al ‘Times’…»

Y en la entrada del sábado, 23 de marzo 1935, reaccionando a las terribles noticias que le han ido llegando de Alemania, lo que atestiguan muchas de sus anotaciones anteriores, escribe:

«[…]. Julius Bab me envió, hace ya algunos días, la circular que han recibido los miembros ‘no arios’ de la llamada Cámara literaria del Reich y que les prohíbe, de ahora en adelante, todo tipo de actividad literaria en Alemania. También Käthe Rosenberg nos hizo llegar hoy ese papelucho, que había recibido en calidad de traductora. La hipocresía y la vileza claman al cielo, especialmente en caso del traductor, ya que aquí falla miserablemente toda fundamentación ‘ideológica’. Y todo esto ocurre expresamente ‘por voluntad de nuestro caudillo y canciller del Reich’. Mi repugnancia es tan grande, que cada vez se impone más y más mi deseo de romper definitivamente todas las relaciones con ese país. Es de esperar y desear que terminen también pronto las relaciones con Bermann Fischer y que el tomo de ensayos no sea publicado ya en esa editorial».

Sin embargo Thomas Mann no escribe tal artículo. ¿Qué más tenía que suceder en Alemania para que nuestro ilustre autor decidiera dar el paso que tantos esperaban de él?

Y el miércoles, 27 de marzo de 1935 anota aún:

«¡Qué repugnante esto de andar girando alrededor de la noria! Son muchas las cosas que dependen de mi decisión, también, probablemente, el destino de la editorial, y en lo que a mí respecta, mis relaciones futuras con Alemania, […], los claroscuros de mi existencia, pues las consecuencias de ese discurso son imprevisibles, […]».

Que fue la Alemania nazi la que rompió con él y no él con la Alemania nazi queda definitivamente claro en su anotación del 4 de septiembre de 1935: Th. Mann recibe en esta fecha noticia de la renovación de la incautación de sus bienes en Alemania, así como de la pérdida de su ciudadanía alemana. Acerca de esto escribe:

«[…] la incautación de los bienes ha sido renovada, siguiendo instrucciones de Berlín, de nuevo se está examinando la pérdida de la ciudadanía. […] (la confiscación puede ser llevada a cabo simplemente por parte de las autoridades bávaras, sin el requisito de la pérdida de la nacionalidad) y lo que más deseo ahora es que Bermann Fischer salga de una vez del país, para que adquiera mi independencia, pues es evidente que ésta no será completa mientras mis libros sigan estando permitidos en Alemania».

El 12 de noviembre de 1935 Thomas Mann comenta la propaganda nazi en relación con los Juegos Olímpicos que habían de celebrarse en Berlín en 1936 y alude al «desvergonzado discurso de Theodor Lewald en Zurich» y comenta a continuación: «¡Si tan sólo fuese posible desenmascarar la hipocresía oportunista de esas consignas en las que se habla de paz y amistad en el mundo! Con frecuencia analizo la idea de escribir un artículo para la Prensa mundial […]». Sin embargo, no lo hace; él, que sería el más adecuado representante de la “otra Alemania” para, como él dice que desea, «desenmascarar la hipocresía oportunista de esas consignas».

Y el martes, 7 de enero de 1936, vuelve a darle vueltas a la posibilidad de una iniciativa por su parte en unos términos incomprensiblemente melifluos, a la vista del estado de terror en que se había convertido ya Alemania. Refiriéndose a una discusión con un amigo sobre «[…]: la cuestión de si la situación en Alemania está lo suficientemente madura como para poder acelerar una evolución mediante un llamamiento moderado a la acción conjunta de las personas decentes…». ¿Cómo podía nadie preguntarse en estas fechas si «Alemania se encontraba suficientemente madura»? para tomar una iniciativa en contra de la política nazi? ¿Qué tenía que suceder más en Alemania para que Thomas Mann considerara madura la situación? ¿Y cómo se puede plantear un llamamiento moderado? La moderación no es precisamente lo que se desprende de los comentarios del autor hacia los acontecimientos nazis de su país. ¿Qué temía perder aún Thomas Mann si manifestaba públicamente su postura?

A partir de diciembre de 1936 para Thomas Mann se suceden rápidamente los acontecimientos:

El jueves, 3 de diciembre 1936 anota: «[…]. Escribí una breve carta al Ministerio de Asuntos Interiores del Reich, en la que hago responsable al actual Gobierno alemán, ‘ante mis contemporáneos y la posteridad’, por ese paso que no he tenido más remedio que dar». El paso que no ha tenido más remedio que dar es probablemente la adquisición de la nacionalidad checa, a la que se refiere el 25 de diciembre siguiente con motivo de un comunicado que ha recibido de la Universidad de Bonn «que me retira el título de doctor honoris causa, como consecuencia de mi pérdida de la nacionalidad alemana. – He pensado en responder». De modo que su famosa carta al Decano de la Facultad de Filosofía de Bonn, aquella que ha pasado a la historia como el documento oficial de ruptura pública con la Alemania nazi ni siquiera fue una iniciativa del autor, sino una respuesta a una ofensa contra su persona, iniciativa, pues, de la Universidad. E incluso esta carta que supone el rompimiento público con su país le cuesta a Thomas Mann esfuerzos sobrehumanos, a juzgar por la descripción que hace en la anotación del 1 de enero de 1937, que se asemeja al alivio que se siente tras un parto doloroso: «[…]. En verdad que me siento muy animado; el mensaje de año nuevo, que fue posible gracias a esa ‘expatriación’ que tanto temí otrora, es un paso importante que me hace feliz, un documento del cual espero profundas repercusiones dentro de mi ser».

Con ello Thomas Mann había dado el gran paso –como hemos visto obligado por las circunstancias, y no por propia iniciativa- que le catapultaría a la representación internacional de la ‘Otra Alemania’ en el exilio, una representación que le ligaría para siempre en cierto modo a la política. De nuevo se encontraba Thomas Mann en el papel que le hacía más feliz. A la luz de los apuntes que he ido exponiendo, cabe preguntarse si se hubiera sentido igualmente feliz si las circunstancias le hubieran abonado el camino hacia el otro lado.

Anna Rossell (Mataró, Barcelona, 1951. Profesora titular de literatura alemana y comparada del Departamento de Filología Inglesa y Germanística de la UAB hasta diciembre de 2009. Actualmente crítica literaria, escritora (novela, poesía, ensayo) y gestora cultural. Entre sus libros no académicos ha publicado Mi viaje a Togo (2006), el libro de microrrelatos Microscopios eróticos (2006, en coautoría), los poemarios La ferida en la paraula (2010), La veu per companya (2011), Quadern Malià / Cuaderno de Malí (2011) y Àlbum d’absències (2013), así como las novelas Mondomwouwé (2011) y Aquellos años grises (2012).

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BIBLIOGRAFÍA:

Hans Bürgin, Hans-Otto Mayer (eds.), Die Briefe Thomas Manns – Regesten und Register. Transcritas y editadas por Hans Bürgin y Hans-Otto Mayer con la colaboración del archivo de Thomas Mann de la Universidad Politécnica Federal de Zürich, vol. II: Die Briefe von 1934 bis 1943. S. Fischer, Frankfurt/M., 1980.

Manfred Görtemaker, Thomas Mann und die Politik, Fischer Verlag, Frankfurt/M., 2005.

Jordi Ibáñez Fanés, Thomas Mann y la política http://www.revistadelibros.com/articulos/thomas-mann-y-la-politica, consultada 30-03-2013.

Arnoldo Liberman, “Thomas Mann, el nazismo y los judíos”, en Raíces. Revista judía de cultura, núm. 73 (2008), pp. 72-75. También en Nuestra Memoria. Museo del Holocausto Shoá, 2008, 14 (30), p. 95.

Thomas Mann, Betrachtungen eines Unpolitischen, S. Fischer, Berlín, 1918. Traducción al español: Consideraciones de un apolítico, ed. Capitán Swing, Madrid, 2011.

Thomas Mann, Briefe an Otto Grautoff 1894-1901 und Ida Boy-Ed 1903-1928. Ed. Peter de Mendelsohn, S. Fischer, Frankfurt /M., 1975.

Thomas Mann, Briefwechsel mit seinem Verleger Gottfried Bermann Fischer 1932-1955, ed. Peter de Mendelssohn, S. Fischer, Frankfurt/M., 1975.

Thomas Mann, Bruder Hitler, en Gesammelte Werke in 13 Bänden, Bd. 12., S. Fischer, Frankfurt 1974. Traducción española: Hermano Hitler y otros escritos sobre la cuestión judía, trad. de Rosa Sala Rose, ed. Global Rythm Press, 2007.

Thomas Mann – Heinrich Mann, Briefwechsel 1900-1949, ed. Deutsche Akademie der Künste zu Berlin. Redacción y epílogo de Ulrich Dietzel, 2ª edición ampliada, Berlín, 1969. Traducción española: Hermann Hesse – Thomas Mann, Correspondencia, Mario Muchnik, 1992.

Thomas Mann-Hermann Hesse. Correspondencia, Anaya, 1992. También: Correspondencia Hermann Hesse Thomas Mann, introducción de José María Carandell, traducción de Juan J. del Solar, Muchnik, Barcelona, 1977.

Thomas Mann, Diarios 1918-1936, edición y traducción de Pedro Gálvez, Plaza & Janés, Barcelona, 1986.

Thomas Mann, Diarios 1937-1939, edición y traducción de Pedro Gálvez, Plaza & Janés, Barcelona, 1987.

Thomas Mann, Leiden an Deutschland, en Obras Completas en trece volúmenes, S. Fischer, Frankfurt/M., 1974.

Thomas Mann, Nachträge, Obras Completas en trece volúmenes, S. Fischer, Frankfurt/M., 1974.

Thomas Mann, Reden und Aufsätze 4. Obras completas en trece volúmenes, S. Fischer, Frankfurt/M., 1974.

Thomas Mann, Tagebücher 1933-1934, ed. Peter de Mendelsohn, S. Fischer, Frankfurt /M., 1977.

Thomas Mann, Tagebücher 1937-1939, ed. Peter de Mendelsohn, S. Fischer, Frankfurt /M., 1980.

Mark H. Gelber, “Thomas Mann y el antisemitismo”, en Nuestra Memoria. Museo del Holocausto Shoá, 2009, 15 (31), p. 149.

Marcel Reich Ranicki, Thomas Mann und die Seinen, DVA, München 1987. Traducción española: Thomas Mann y los suyos, trad. de Anna Rossell, Tusquets, Barcelona, 1989

José Luis Villacañas Berlanga, “Doctor Fausto. El análisis de Thomas Mann sobre el nazismo”, en El país del arte. 3er encuentro internacional. La novela del artista. 3-6 julio 2002. Colección literaria Actas, ed. Facundo Tomás, pp. 371-394.

ESTÁ EN INTERNET: http://saavedrafajardo.um.es/WEB/archivos/Trabajos/Doc036.pdf

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Número 57

La atracción mórbida, de Alvaro Miranda / Juan Carlos Olivieri

La atracción mórbida, de Alvaro Miranda

La atracción mórbida, de Alvaro Miranda / Juan Carlos Olivieri

El libro que nos ocupa procede del ciclo sobre cine y literatura que se efectuara en 2006, en Montevideo, con participación de psicoanalistas, críticos y ensayistas. Siendo numerosa la intervención de los especialistas, el autor del libro encontró que había mucho material para analizar todavía y concibió la idea de escribir este libro. Desde esa inicial motivación fue gestando el análisis interdisciplinario que nos ofrece, a través de unas 120 páginas esmeradamente condensadas.

Portada libro Alvaro Miranda

El libro plantea la relación existente entre tres obras literarias (Profesor Unrat de Heinrich Mann, La muerte en Venecia de su hermano Thomas, y Lolita de Vladimir Nabokov) en sí mismas y con sus respectivas versiones cinematográficas (El ángel azul de Von Sternberg, La muerte en Venecia de Visconti y Lolita de Kubrick). El análisis se extiende hacia el interior de las obras en sí mismas, en la relación existente entre ellas y en la proyección de las obras literarias hacia su conversión en filmes ampliamente conocidos.

De modo que el análisis circula como vasos comunicantes en los textos literarios entre sí, con sus versiones cinematográficas y entre las propias versiones, interrelacionando y conectando lenguajes artísticos diferentes, con reglas y normas particulares. Ese enfoque analítico diversificado enriquece sustancialmente la percepción crítica que, si bien está trazada sobre la base de cine, literatura y psicoanálisis se expande hacia lo estético, lo antropológico e, inclusive, lo ético.

El propio orden de los capítulos esclarece el funcionamiento intelectual: obsesión (psicológico); belleza (estética); poder (antropología, psicología social) enuncia uno de estos capítulos. Con un procedimiento pautado, el análisis multidisciplinario se desliza con firmeza y seguridad esclareciendo fragmentos, diálogos, escenas principales, caracteres, motivación de ciertos actos, pasiones escondidas que se traslucen por gestos, a veces, mínimos, resonancias, paralelismos, gestos reveladores, etc. Todo ello trabajado en un estilo minucioso y pulcro, que vuelve nítido lo que un lector o un espectador tal vez no llegaron a apreciar en su día.

Los asuntos tratados se van volviendo fascinantes a medida que la lectura avanza. La relación entre el deseo y el miedo, por ejemplo, una de las características del cine de Kubrick (como lo deja entrever el título de uno de sus primeros filmes: Miedo y Deseo) en una exploración que ahonda procurando llegar al centro mismo de la cuestión revelando, a través del análisis, la complejidad del objeto estudiado, apresando la esencialidad misma de dicho objeto.

Particularmente interesante es el capítulo sobre la función del Artista en la sociedad con relación a la Moral. La adecuada diferenciación que el autor establece entre lo moral, lo amoral y lo inmoral, a través del tiempo y el espacio, constituye uno de los momentos culminantes del libro. Procediendo con rigor analítico desmenuza cuidadosamente la trama de conceptos arrojando nueva luz sobre ideas aceptadas por la sociedad que deberían ser pasibles de una evaluación más profunda.

Igualmente estimulante es la estructuración dramática aplicada a una novela como Lolita. Si a ello agregamos una cronología sintética que se transforma en el marco más ajustado para establecer acercamientos y distancias, creo necesario celebrar la aparición de este libro, consistente y atractivo, del cual el lector puede obtener una amena lectura, ahondar sus conocimientos y plantearse inquietas cuestiones que estimularán su pensamiento.



Juan Carlos Olivieri

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Juan Carlos Olivieri estudió Ciencias de la Comunicación en UCUDAL. Obtenida la Licenciatura comenzó a trabajar en el área del cine documental y publicitario.
Realizó cursos de especialización en Buenos Aires y Córdoba. Ha filmado varios cortometrajes de ficción, algunos de los cuales han entrado en competencias internacionales.

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Meleck Vivanco, iluminada por el fuego / Héctor Rosales

Meleck Vivanco, iluminada por el fuego

Meleck Vivanco, iluminada por el fuego / Héctor Rosales

María Meleck Vivanco nació en Valle de San Javier (Córdoba, Argentina) en 1921. Hay muy pocas poetas contemporáneas de aquel país −o de cualquier otro− que hayan desarrollado una obra tan personal y genuina como, al mismo tiempo, tan apartada del gran público y de los cánones oficiales de las letras en castellano.

Meleck Vivanco

En los escasos textos sobre su obra se suele vincularla al primer grupo argentino de poetas inspirados en el surrealismo, que Aldo Pellegrini reuniera en su Antología de la Poesía Surrealista a mediados del siglo XX. Desde la perspectiva hispanoamericana, estos autores fueron pioneros en adherirse al movimiento originado en Francia, destacándose nombres como los de Francisco Madariaga, Juan Antonio Vasco, Enrique Molina, Oliverio Girondo, Julio Llinás, Carlos Latorre o Juan José Ceselli. María Meleck Vivanco tuvo su sitio dentro de aquel círculo, aunque, quizás por la personalidad independiente de la autora, su poesía no cobró la difusión de algunos de sus compañeros.

Esta personalidad y la fidelidad a sus propias letras se mantuvieron intactas hasta el final, ocurrido el 8 de noviembre de 2010 en Portezuelo (Maldonado, Uruguay), donde la escritora se había refugiado en sus últimos años.

No recuerdo ahora con exactitud cuándo recibí por primera vez una carta de María Meleck. Debió ser hacia 1995, me parece. Pero recuerdo con mucha claridad su impetuosa caligrafía, torrencial, cercanísima. En algún rincón indicó como nexos para su iniciativa epistolar dos fuentes muy valiosas. Por un lado nuestra común y querida amiga, la poeta uruguaya Orfila Bardesio, una creadora de la misma raza mística, telúrica y visionaria que la propia María, o de otras autoras como Marosa di Giorgio, Olga Orozco o Concepción Silva Bélinzon, leídas entre sí, cada una dueña de su voz, y con diversos lazos de amistad personal. Orfila aportó los datos de mi domicilio y comentarios sobre mis letras. La otra vía de contacto también vino por la lectura, en este caso la de su amigo Enrique Molina, a quien no traté en vida, y del que me honra su interés como lector.

Desde entonces cruzamos cartas y libros, poemas sueltos (impresos, fotocopiados, inéditos), postales y algunas fotos. Siempre por correo tradicional. En aquellas cartas llegaba la poeta entera, transparente, confesional, con esa fuerza tan característica en sus versos, que en los papeles manuscritos se multiplicaba dando muestras de su vehemente manera de vivir.

Directa o indirectamente, más adelante sumando la comunicación de su hija Juana Guaraglia (periodista y escritora), el universo Meleck Vivanco ha seguido muy próximo a mis días, pudiendo comprobar cómo se va revalorizando, felizmente, el caudal de una poesía que trasciende las expectativas de su autora.

María Meleck

María Meleck solía justificar su proceso creativo como fruto del azar, del destino, de un don de la naturaleza. En este aspecto su descripción coincide −en parte− con los testimonios que escuché de Marosa di Giorgio (principalmente) y Orfila Bardesio para sus trayectorias particulares.

Hay en esta clase de autoras una suerte de revelación, unas raíces inspiradoras que suministran imágenes, secuencias, derivaciones, sentimientos y, tantas veces, interrogantes a los poemas.

Si bien Breton ponderaba las virtudes de la escritura automática (que no niega para sí nuestra poeta), no estoy tan convencido de que se aplicara sólo este recurso en la mayor parte de los textos de Meleck Vivanco.

Se trata de una obra llena de pasión, de pulso romántico al estilo alemán, con una vertiente humanística muy profunda, y la plena convicción de que vida y muerte (dos caras de una misma moneda) ruedan con nosotros bajo leyes que no podemos comprender pero sí aceptar, con gozo y con dolor, hasta sus más remotas consecuencias.

La poética de María Meleck mantiene una constancia formal que no es común en una escritura automática, descuidada, inconsciente. Es una escritura vigilada en su expresividad, hay un lenguaje al servicio de los hallazgos metafóricos, del ritmo, de las sensaciones que deben llegar al lector. Aunque María afirmara lo contrario, posiblemente abrazada a la explosividad de sus sentimientos y su obediencia a los designios de la tierra, el hilo de fuego que cose la estructura de su obra está sostenido con firmeza y con indudable voluntad literaria. De ahí parten sus iluminaciones, las búsquedas de su voz, lo que aparece en el intenso tránsito de la mirada de sus versos.

“Me he quedado con las apariciones de mi corazón”, dice en uno de estos versos. Y sin escapar a los golpes, añade en otro: “Peso y tamaño de ingratas piedras sobre mi corazón, / marcado por la tempestad y los colmillos de la vida”. La suma de estas y otras heridas no margina su apuesta por la sensualidad, la creencia en un Dios plenamente justo y ausente en las religiones, el amor a todo ser vivo (empezando por las personas más necesitadas), el culto a la libertad y, por supuesto, a la poesía, compañera de todos los viajes.

“Únicamente pido calidad, emoción y misterio”, declaraba Meleck Vivanco como lectora en una entrevista de febrero 2007, publicada en internet (la recomendamos con un enlace al final de este trabajo). Tres principios que certifican el gusto nada inocente (“ni automático”) de una poeta que supo valorar con fino criterio los numerosos textos que llegaron a sus manos.

Desde esos mismos principios partieron sus títulos editados: Taitacha Temblores (1956, poemas quechuas), Hemisferio de la Rosa (1973), Rostros que nadie toca (1978), Los Infiernos Solares (1988), Balanza de Ceremonias (1992), Canciones para Ruanda (1997), que se reeditó póstumamente junto a Mar de Mármara / alucinaciones del azar (2011). En María Meleck Vivanco / Antología poética (Fondo Nacional de las Artes, Buenos Aires 2008), volumen del que seleccionamos varias piezas a continuación de estas líneas, también se incorporan poemas de libros inéditos, que deseamos vean la luz en fechas tempranas.

Meleck Vivanco ha recibido las siguientes distinciones: Libro de Oro (Lima, 1956), Segundo Premio de Poesía de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires (1978), Premio Fundación Argentina para la Poesía (Colección de Poetas Contemporáneos, Buenos Aires, 1988), Premio de Poesía del Fondo Nacional de las Artes (Buenos Aires, 1991), Premio UNICEF (Nueva York, 1996), Premio Universidad de las Letras (La Habana, 1997) y Premio Fundación Sociedad de Los Poetas Vivos (Buenos Aires, 1998).

En 1978 fue invitada al Tercer Congreso Latinoamericano de Mujeres Escritoras organizado por la Universidad de Ottawa. Y en 1999 al Congreso Internacional del Surrealismo en el Tercer Milenio, efectuado en Roma.

Los últimos años en Portezuelo los pasó en una casita muy cercana –dentro del mismo terreno− a la vivienda de su hija, quien me envió diversas fotos del entorno de la poeta. Una cálida sencillez está presente en la mayoría de las imágenes, y la naturaleza, como en los tramos más significativos de su vida, dominando el paisaje y ya tomando definitivamente las riendas de su espíritu.

Fue una etapa muy difícil por los problemas de salud. Aun así los libros y la gente querida le dieron fuerzas para mantener su comunicación y la llama de la poesía.

Con letra firme escribe en septiembre de 2009 una afectuosa dedicatoria en la citada Antología. No supe de ella hasta un año y pico después, cuando Juana remitió el volumen junto a otro título de su propia autoría, Cuentos de Frontera, aparecido en ese período y ya fallecida su madre.

El sobre llegó a mi lugar de trabajo. No lo abrí de inmediato, sino al mediodía, después de entrar en un bar del barrio a tomar un café. Minutos antes imaginaba una carta de Juana contándome los últimos meses de María; lo que encontré fue una breve nota y las dos ediciones.

La inefable impresión inicial fue que María Meleck me había escrito esas líneas en su libro desde el más allá, un más allá a mi lado, tangible como el pocillo de café y el frío en la calle y la emoción en los ojos. “… con el testimonio de mi admiración y mi permanente recuerdo”. Leí varias veces esa línea como si yo la estuviera escribiendo para la poeta, y no al revés, mientras reconocía su sincera y generosa afirmación.

No había azar en la dedicatoria y sí en mi gesto siguiente, el de leer un verso del libro abriendo una página cualquiera. Como si un pequeño relámpago encendiera la hoja de papel, aparecieron (lo juro) estas palabras: “Y trasponer la muerte / Sólo en tus ojos, intercambio mi espejo.” El mensaje me envolvió hasta casa. Fui observando los detalles del panorama, las calles, un parque, varios transeúntes. ¿Se asomaría en algún momento María Meleck bajo otro signo? ¿Debería interpretar alguna señal más en la piel y en la memoria de ese invierno barcelonés?

Tuvieron que pasar meses para releer la Antología, elegir varios fragmentos y evocar a la poeta argentina en estas letras de agosto. Localicé su última imagen en mi haber, esa leve silueta recortada sobre la puerta de su cabaña que, espero, los editores colocarán al principio de esta reseña.

Creo que allí María Meleck Vivanco sonríe, transmite todavía su enérgica lección vital que la traspone hasta aquí, cuando de nuevo, eternamente, nos intercambia su espejo iluminada por el fuego.


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Un solo delfín
No sé dónde lo rescató mi sangre
Caminaba hacia los álamos, flameados de atardeceres y colibríes magníficos
Y no pude hacer pie en mi propio ataúd
Así, con los velos chamuscados que no me pertenecían, alcancé la raíz y me sostuve en su furia
Como si de golpe la luna, vaciara su licor en el rugido de mis manos



RECLINATORIO DONDE LA VIRGEN

Mi arrobamiento se suma a los conjuros de la sombra
A la savia picante y sensual de los paraísos abstraídos
Como ala de abanicos angélicos que refrescan la turbulencia de la tierra
Mientras la luna exhala su perfume animal, me instalo soberana en los jergones del monte
En los remiendos estrellados del viento
Llegan los marginados de la procesión
Abren el follaje y se reparten los manjares deliciosos y las naranjas profundas
El rocío distrae más allá de la fiesta
Y obedezco al pulso salvaje de ruidos luminosos
Fruto de la compasión, la niña alisa sus cabellos con peine de palo santo
Y el ave infiel se despereza entre las flores
Amo las chimeneas desoladas
Y suspiro la púrpura en el reclinatorio, donde la virgen descansa su cabeza

Ahora las máscaras, se prueban corazones alrededor de mi casa




Abandono la expedición
Estoy tan indefensa con estas travesuras del alma
Los crematorios del espanto
La piedra estática
Esta cordura
Esta maniobra empecinada de la cacería
El llanto de los perros que no dejan dormir
La exhibición del placer frente a un extraño
Y también la inocencia con su gala blanquísima
Me confunden las leyes de rotación, como si fueran vientos encontrados de frente
Lucifer recoge su cabello y su gota de sombra
Por detrás del rezadero de la isla

Mientras las bestias domesticadas sueñan
Siento el levísimo temblor de sus párpados




Y el valle violento es como un matuasto al sol
Galopado de turbulencias

Volvía del castigo
Y recordé los tártagos
Donde enredaba música la luciérnaga triste con instrumentos traídos de la guerra
La huida a contraluz
Los corredores que sepulta la tierra gris y el viaje de la aurora
Cuidan mi corazón
Mi vino pálido que noche a noche sorbe la metralla
Yo he intentado morir
Y no he podido
Desciende el viento pero nunca muero
Quema lágrima heroica en carne que supura tanta impiedad
Tanta neblina ansiosa

Dios proteja esta herida dulcemente
Y entorne las ventanas del espejo




Con largos bramidos de luna, dibujé animales que habrían de conocer mi nombre
Y en el furor del aguacero, olí una doble hilera de perfumes
Los duendes del insomnio y el cielo rojo, incendiaban la hierba
Extrañamente cruel, refundada en espejos que cortaban el aire, opté por la aventura
Por la oropéndola devoradora de su propio capullo
Los tiernos cirujanos, desangraban las flores como si fueran mis costillas

Entonces, permanecí desnuda sobre la mesa helada del hospicio




Busco la lengua y su santuario silencioso
El ave surge cubierta de restos coralinos y los amantes de la sombra, nadan boca arriba entre cristales de hielo
No todas las pasiones son solitarias, sino que como sino que como niños expectantes, atrapan las alegrías del donaire
Por fin, y aunque nos duela, lo real aparenta la irrealidad
Y las formas que atraviesan los ojos, son extrañas recompensas del deseo

Asesorada por el viento, retirarme al futuro
Cumplir la poesía

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Nota y selección de poemas: Héctor Rosales. Barcelona, agosto 2013.

Entrevista a M. M. V. por Rita Kratsman y Selva Dipasquale, febrero 2007.
Incluye una selección de poemas al final: http://entrevistameleck.blogspot.com.es/

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Número 57

Para ser claro y otros poemas / Sergio Manganelli

Para ser claro

Para ser claro y otros poemas / Sergio Manganelli

Para ser claro,
renuncio a las frases alusivas,
a la caligrafía pálida
sobre el cuaderno mudo de las tumbas,
rechazo el podio hipócrita
de la bondad post mortem,
y a esa memoria tan desmemoriada.

Yo no quiero que apunten
en mi lápida la palabra yace,
me niego espeluznado.
No anhelo ese cheque grosero
con el que expían de mármol de hospital
lo que siempre te negaron avaros.

Ni acepto que se luzca
bajo una lluvia
de mierda de palomas
ese verbo impiadoso
en tercera persona.

No le abro los postigos,
ni a sus endebles secuaces
el adjetivo inerte
el absurdo abatido
menos aún al implacable muerto
-auxiliares morbosos de crónicas de sangre-
prefiero que sentencien
se pudre
se funde
se disuelve
pero jamás
yace.

Porque la muerte
puede sea otra cosa,
menos sucia y severa,
mejor que la tapa biselada y sorda,
quizás algo tan simple
como tumbarse al sol,
sobre el pasto o la arena
en una tarde franca y sin ruinas,
con vino y con regazo,
y sonrisas con huella
y dialecto de besos
y un murmullo entrañable
que recite poemas.

Quizás yacer
no sea esa quietud
de corazones secos,
ni el sueño, ni el olvido,
sino un íntimo zafarrancho,
un arrebato de vida sin permiso,
un insomnio de goce,
con marea de lluvia
y peces sin abismo.

Una muchacha fresca,
pechos de hierbabuena,
que te besa la ausencia
sin placebo y sin pena.

Ojalá no sea
el hartado celeste
de los castos y pulcros,
tampoco el infierno ceniza,
el hoyo de un ambiente
con renta anticipada,
sino jugar rayuela
hasta llegar al cielo,
y que don dios gorrión
disponga tiernamente:
“levántate y vuela”.

Puede que signifique
cerrar la vida apenas,
como quien deja un libro,
hasta que en una noche
de miedo a la tormenta,
o duda desvelada,
lo hojeen conmovidos,
esos ojos más nuevos
que guardan mi mirada.

********************************************

Los que se matan
jamás son aquellos
que no quieren vivir,
esos apenas aprietan el gatillo
o tragan el veneno.

Los que de veras mueren,
los que en verdad se pierden,
son esos tipos aéreos
enamorados de la vida,
esa hembra estupenda
que cada tanto
les deja encendida
la luz en la ventana,
y que una noche
del carnaval menos pensado
se les suelta de la mano,
la pierden de vista
en el corso febril
de la avenida de los sueños.

Y corren, gritan, se desgarran
intentando reencontrarla
debajo de cualquier mascarita.

Hasta que tras el redoble
de lo que ellos creen
la última comparsa
se miran abatidos,
se tocan desolados
y se acuestan sin vida,
pretendiendo aliviarse
en la caricia trágica
de una puta de negro.

********************************************

Hay noches
que no se parecen en nada
a la esperanza,
sino más bien
a flores del infierno,
a horas sin propósito,
en que alguien vaga
por vereditas de la memoria,
con su puerta al deseo
su musgo solidario,
su refugio,
las flechas que Cupido
devuelve envenenadas.

Hay amaneceres
que no guardan
la luz perfecta,
ni entibian el huerto
en que soñamos,
sino pasillos pálidos
que huelen a remedio,
hendijas en los muros
donde purgan los muertos
la lepra cotidiana.

Tardes subterráneas,
en que la dicha
oculta sus carnes al verdugo,
y viaja clandestina
a confines de niebla,
a tierras de extravío,
donde sentirse próspera
o al menos exiliada.

Madrugadas que imponen
la amnistía,
que inventan
en un bar su torre de Babel,
o nos prestan el lecho
de cualquier primavera,
para hacernos dormir
la pena por un rato.

Hay jueves que parecen lunes,
lunes que siempre
son de miércoles,
miércoles agotados,
martes de rebelión,
viernes con tregua.

Sábados de gloria
y domingos sin dios.

Hay agua en el vaso
de la mesa de luz,
una lámpara
alumbra la piel
que se estremece
en el pinchazo,
la puerta inquieta
o quieta,
y una infancia que vuela
en el pobre barrilete
de la desolación.

La muerte puede
confiscarme el pellejo,
decretar su silencio hospital,
amputarme la risa,
pero nunca obligarme
a abandonar el barco.
Que nadie arroje la toalla,
dejen que muerda,
que aliente a sus soldados
contra mi ciudadela,
que me hiera su toro
en la embestida,
y sienta fundar
su imperio en mi derrota.

Entonces aprenderá
que tengo noches
de gallito ciego,
amaneceres
que nacen como hijos,
tardes de Sandokán
o piedra libre,
madrugadas de verme
en otros ojos,
calendario de lluvias,
versos que se abren
como labios.

Y una verónica ingenua
con besos en las gradas,
para hacerle morder el polvo del aplazo.

********************************************

Ahora que ya
no guardo prisas,
ni azares de primera mano,
ni cumbre a plazo fijo,
ni coartada idiota,
o amuleto feliz
contra el olvido,
ni besos desayuno,
ni graffitis de amor
sobre muros de trigo.

Justo cuando
se duerme mi desánimo
la siesta del domingo
y el carrusel de insomnios
se abstiene de sortijas,
ahora que mi rencor
anda descalzo,
que las nueces son mucho más
que médicos y ruido.

En este tiempo
en que las bienvenidas
tiemblan en los espejos
y el pasado nos pica
como un cuervo de exilio.

Precisamente ahora
en que ya no soy huésped
debajo tu piel,
ni miel bajo tu ropa,
me afiebra el horror cotidiano,
mientras aguardo turno
en la antesala del miserable destino.

Recién en esta tarde
de muelle sin pañuelos,
silencio sin conjuros,
plumas huérfanas,
ojos sin deseo,
acupuntura torpe
contra el miedo,
mayo sin poesía,
soledad y trapecio.

En esta hora
que no transmite nada,
este rato perdido,
sin cuerda en el reloj,
pantano de las emociones,
arena y espejismo.

Esta calle desolada,
este latir sin sangre,
esta hiel y este frío.

Acabo de descubrir
una paloma sin rumbo
que me anida en la puerta,
un caracol de lluvia,
reproduciendo el eco
de un dolor repetido.

********************************************

Hay que tener cuidado
de no tropezar con un domingo,
sobre todo a las siete de la tarde.

Que ese día no te rocen
las hebras de la telaraña,
o la espina flamante
de un antiguo dolor.

No bebas
ni la copa turbia,
ni el café espeso
de la pena arbitraria.

Ni se te ocurra
desempolvar ayeres.

O almorzar pesadillas.

Es terrible el domingo,
con su santificada soledad
y ese desamparo de séptimo día.

Parece que Dios
tiene cerrado su shopping de milagros.

Nunca tropieces con esa jornada feroz,
sobre todo en sus tardes homicidas,
cuando tus ojos se vuelven pozos
que pueden ahogarte para siempre.

Jamás le des la espalda
a la tristeza un domingo,
menos aún si tras la puerta
viene cayendo el sol.

Te matan sin pudor.

Son días despiadados.

Nunca tropieces con un domingo
mucho menos a las siete de la tarde.

Yo sé lo que te digo.

********************************************

Lo más complicado de la muerte
no es morir,
sino acostumbrarnos a que el mundo
se las arregle sin nosotros,
que ni siquiera perciba
nuestro sillón vacío,
el polvo en nuestros libros.

Lo triste es añorar,
-debajo de la tierra
o zumbando en el aire-
el beso de los buenos,
la taza de café,
la balada de amor,
o el ardid asesino.

Lo maravilloso es
que entre tanto despojo,
nos abriga el recuerdo
de ausencias que sentimos.

Solo algo consuela:

el corazón del grillo
en la palma de Eos.

********************************************

Yo no digo jamás
lo que usted piensa.

Yo digo pan
y estoy diciendo niño,
usted piensa
en un arma.

Si digo patria
digo casa y potrero,
callecita o escuela,
barrilete de trapos,
compinches de la infancia.

Usted entiende
bronce de a caballo,
fanfarrias y cañones,
arengas de frontera,
memoria ensangrentada.

Cuando susurro dios
-suelo hacerlo en minúsculas-
usted prescribe liturgias y sotanas,
infiernos en latín,
no acariciarse el pito,
yo apenas pretendo decir:
no tengo fuerza.

Digo violencia
frente al plato vacío
y al bebé condenado
en la balanza,
usted tiende a pensar
que sentencio las piedras arrojadas,
o la mirada torva del borracho
o la mano insistente de los desarrapados,

hay un malentendido.

Si digo solo,
usted tan solo piensa
en solamente.

Si digo falta
es porque dije
Benedetti,
Mercedes,
nonna,
mi padre,
el Flaco,
Trejo
y otros tantos.

Usted entiende
tribunal y multa gambeteada.

Cuando digo fuga
hablo de una mesa de café
o de un pibe que sueña
tras las rejas,
usted alerta
mira de reojo los candados.

Si digo discreción
sugiero no apremiar
al otro con vergüenzas,
usted piensa en metralla.

Cuando digo dolor
me refiero a la madre
del pibe baleado en un afano,
usted prepara whisky y aspirinas.

Suelo decir perfume
-de jazmines o fresias-
usted piensa en Chanel.

Si digo mulas
sueño en cruzar Los Andes,
usted en pobres tipos
que acarrean
su podrida ganancia.

Cuando digo valor
no estoy diciendo precio.

Cuando digo mañana
voy diciendo futuro.

Cuando digo justicia
no diría jamás lo que usted piensa.

____________________

Sergio Manganelli (Argentina 1967). Sus poemas y artículos han sido publicados en una importante cantidad de diarios argentinos, de México y España. Asimismo en revistas culturales y literarias de Argentina, España, México, Estados Unidos, Puerto Rico, Francia, Colombia, Venezuela, Chile, etc… Obtuvo entre 1991 y 1999 una treintena de premios y menciones en su país y el extranjero. Se encuentra trabajando en la edición de “Sangre de Toro” -poemas y banderillas-, que se editará inicialmente en Buenos Aires y luego en España.

En 2011 ha ganado el Premio de Poesía de la Universidad de Cali, Colombia y el Premio de Poesía “Leopoldo Marechal”, que otorga el Municipio de Morón, Buenos Aires, Argentina.

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Número 57

Un portal de ovejas / Ale Castro

Un portal de ovejas y otros poemas

Un portal de ovejas / Ale Castro

El paso bestial
(un portal de ovejas)


Primera parte

A Claudia Porto

I

marcha de la luz
ligera en los ojos
un cardenal de fuego
sigue
al trocito de verdor
partido en algún punto
donde el terrón pisoteado
abre la derrota
al peso de la recua

sigue
retumbando desconfiada
irradiando el polen justamente
la harina del camino
flota gaseosa
y compadece a la seca
en un mismo costal
la lluvia de los paramos
sigue
de su fina mano y sacia
el restregón del viento
contra la zarza humeante
el horizonte borroneado
cuela una estría de losa
reflejo pedroso de mica
canteada de la sierra
sigue
atenta ella de sus flancos
hilada por hilada
radiada de su juicio
y oliendo cómo llega
al borde de su paso
las letras con sus cascos
sujetan un verbo verde
con las heces espaciadas
encauzan la oración
ya que la senda por ahí
sigue


II

El tren va lentísimo. La mañana de invierno es tan fría como la del día anterior y ya no llueve. El traqueteo desprende agujas de escarcha helada formando charcos barrosos en el vagón casi vacío. Unos tanques oxidados con aceite sobre la paja húmeda están atados con trapos y sogas para que no rueden. La escasa luz metálica se cuela por la puerta corrediza de chapa acanalada que tiene un color indefinido. Asegurada con el palo de una escoba vieja, la puerta rechina como un animal espantado. El único pasajero dormita apoyado contra el tabique del fondo.

Debajo de una manta lleva ropas raídas y grises y también diarios para cubrirse del frío.

Un accidente del camino obliga al tren a disminuir aún más la velocidad. Los vagones se entrechocan y todo el convoy se prepara para una curva. Es inconfundible el rumor que lo despierta.

Abre con esfuerzo la puerta y luego desenvuelve una faca. La hoja de hierro negro es corta y puntuda. Algunas pasadas por la chaira improvisada de un larguero, reavivan el filo dormido. La respiración le silba asmática.

Corre sigiloso bordeando el alambrado. Sabe hacer en silencio. Salta y su propia levedad lo sorprende. Rodea, separando del rebaño, al primer cordero que ve y le ofrece, contra el alambrado, una sola vía de escape. No lleva culpa el instinto del animal. El pánico por escapar de algún peligro sólo se mueve, muchas veces, hacia un peligro aún más grande.

Sus manos atrapan al cordero por su lana y al momento está de rodillas ignorando los balidos desesperados. El corte es certero. La sangre da, en sus borbotones calientes, el primer alimento en días. Tose y bebe.

La rapidez del hecho y la lentitud de las ruedas del tren no están convenidas y el tiempo así, podría anularse, pero todo se repetirá otra vez de manera más o menos parecida.

Lejos, muy lejos de ahí, donde esa trocha se cierra, la historia tiene su tajo en una gran plaza repleta de gente.


III

¿qué afirma el rebaño al paso
de su uña bestial? el arreo
larvado reflejo del silbo
dejándole el fardo a los perros
sigue
blandiendo el aire
el fatigado ademán de los cardos
púrpura devoción del caserío
donde cuarenta kilos de pulpa latente
evitarán la mojadura
para no dejar de comer
al orden cerrado del invierno
que guarda su aliento
oxidado en el alambre

sigue
a los trancos la batalla
en el seno de sus ijares
y en el humo de su aliento
será por ella la noticia del mundo
la ceniza tinta en su vellón
y el camino un margen vacilante
nacerá al llano blanco paciendo

deja la sal la turba en los rasos
y de los galpones una procesión
al tiempo de la señalada
sigue
apoyando en el aire corrompido
una bruma de veneno
en los bajos del potrero
arranca el pasto y apenas
unas nubes abajo
más que arriba
boquea una pequeña eternidad
y en ese despojo
sigue


IV

De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador.
Más el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.
Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa.
Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas.

(Juan, 10:1)


V

A golpe de pala van a salir las figuras. Van a nacer despacio entre los horcones que no son más rugosos ni más viejos ni más oscuros que las manos que ahora cruzan la urdimbre. Esas manos, aves laboriosas en los extremos de sus brazos, entran y salen de una jaula de hilos de colores.

La luz se estira en la punta de las jarillas pero se detiene en los cuajos amarillentos de sus ojos. Dos espacios nublados de recuerdos. Traman y golpean sus pájaros pequeños, sin alas.

Sola lo hará bien. Entonces pondrá un sol con el amarillo de la chilca. Con el lloro del algarrobo va a teñir las montañas.

A él, en un camino lo va a poner, anaranjado de barba de piedra. Canta.

La pastora en el sombrero
prendió unas flores de papa
cuando en el agua se mira
una ovejita se escapa
ya me estoy yendo
ya me han de olvidar

Esta comparsa que canta
usa gorritos de lana
los teje toda la noche
los desteje en la mañana
ya me estoy yendo
ya me han de olvidar

La tarde se enrolla y se va guardando solita en la pintuna. La telera no ve como la sombra llega hasta la huerta. Pero al cardado de la manta, a los flecos cortones y parejos, con sus yemas los ve.

No se apura en la tarea pero ya la quiere lista para hablarle como antes lo hacia. Contarle del pozo seco y de los animales.

Así dispone sus pensamientos dibujando con la lana sus retratos para tocar. Los nudos de sus manos atan y desatan. Vuelan alrededor de la trama. Ya no va a volver. Lo saben los pájaros que todo lo ven desde el nido del tapiz.

Hilados penetrales de su alma. Trama y golpea.


VI

sigue
mamando en un barullo de terneras
luna pastora en la faena
el rostro en un sesgo como un santo
emboscado de día
y de noche dando caña
a ojos cerrados en la paz de la verdura
donde ensanchaba la avenida
de setos de acacias de pinos
una ráfaga inhumana
que empujaba y empujaba
llevando a la manada a decir
nada y hacer de llevarla y traerla
antes de carnearla
cosa única

sigue
a montones en la aguada
ahora pendientes del forraje
cabezas levantándose bienaventuradas
buscándose el celo
indistinguibles borregas
al reparo de la sombra
con el agua hinchando las barrigas
y el rizado de caras tapadas
bastándose en la parición
un encierro nocturno y las sequías
ah las sequías que pelaran
los huesos de quién
levantando el farol del diablo
el fósforo de un residuo orgánico
en los pastizales donde no hay
cuadrillas ni escollos ni ortigas
que detengan su paso
sigue
quitando los pecados del mundo
pero las sequías ah las sequías
frente a una voluntad rezadora
contra la furia rumiante
certeza que tomara como propia
la violencia de una espera
un respingo apenas del camino
inquebrantable

____________________

Alejandro Castro (Buenos Aires 1956) Músico y escritor. Reportes de la noche obtuvo el segundo premio en el género poesía del Concurso Régimen de Fomento a la Producción Literaria y Estímulo a la Industra Editorial 2006 del Fondo Nacional de las Artes. Su novela El verano de las Adivinas ganó el Primer Premio Sigmar 2011 de Literatura Infantil y Juvenil. Un Portal de Ovejas (inédito) integra la colección Miliuna, de Ediciones La Biblioteca, auspiciada por la Biblioteca Nacional.

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Número 57

Mariposa encadenada / Dolores Meijueiro

Mariposa encadenada

Mariposa encadenada / Dolores Meijueiro

UN ENSAYO DE PALABRAS

A esta boca día a día la miro crecer
y aparenta que el silencio hipócrita se rinde crece
junto a las palabras no dichas,
como los pensamientos tienta abrirse y acercarse
un sol la ayuda a moverse en su rincón quieto
y se entreabre como una verdadera boca
como ese sonido que aún no encuentro.
A menudo no hablo
y un solo reloj palpita en las dos raíces
en la boca y en mí,
pero aún la guerra estalla en silencio y nada escucho.

Se cierra toda y no amanece
descuelgo mi máscara
y gana la memoria.


EN MIS HUECOS

La ausencia se atreve y
encarniza con fuerza de comienzos
se instala en mis huecos inocentes
ronda
provoca
ajena al castigo permanece
no sé dónde vaciarla
por dentro se adueña, anuda mi garganta
se hospeda entre mis pechos
y se extiende en el viaje de mi entraña
y encuentro el pozo que acongoja,
froto con mis yemas inexpertas
ese aire que se escapa
y no respira y no me alcanza.


MES A MES

El rojo que delata insiste en mi cuerpo y
puntual tiñe la ofrenda, brilla descubierta,
trepas al altar de los muros escondidos
y resurjo en tus manos dueñas,
mi eslabón en vos y tu cabeza en mi vientre
construyéndome


ECO

Tu silencio me ahueca
dejando la cuchara de los días meterse más y
más en el contorno de lo vivido,
oculta su lengua de locura, se aprieta en mi garganta y
yo, rascar hasta ver el blanco que lastima
y el eco vuelve a empezar,
blanco implacable, puntilla de hielo, espuma de mar, saliva
y en el borde de mi vaso cascada y sal,
aquella comunión

hoy cabeza harinosa, nudo de mi garganta,
la hoja donde escribo, el frío que la devora

hoy luna llena, la sábana que me sostiene, aquel médano
y ahueca la cuchara sin filo
y aún tu lengua.


SE LLAMA AUSENCIA

Como un demonio llega a casa
y pisa esa rama caída del árbol,
que seca cruje en la tierra.
Cuelga el saco en el respaldo de la silla
y en cada costado se descubren
esos dos huecos que tus manos habitaron.
Se acomoda en mi cama, el lugar que me duele
que aún no entibia,
y en la frontera de esa tela vacía se adueña
de vos, de mí.
Sin saberlo, llego y recorro el jardín
piso un poco de rama caída,
cuelgo mi saco en el respaldo de tu silla
y dentro, un hueso me cruje.


TAJO A TAJO

Montevideo
como si te abrieras a tajos junto a mi
con esta mano cotidiana recorriendo la espalda de tus calles,
y hay veces, en que me quedo con la mirada perdida
que al comienzo me resultó un tanto extranjera,
de limpia vidrios y malabares en tus esquinas
y nuevamente esa llana manito
con caja de caramelos sobre la mesa, donde estoy esperándote
junto a un café.


FLAMEA

Desde mi ventana veo azoteas de la ciudad,
esos cuerpos que viven unidos
alejados o buscándose entre sus desniveles,
y en la esquina, un vértice de sábanas colgadas
blanca muchedumbre anónima a la intemperie,
despertaron allí, después de toda una noche de soledad.


EN MI

Tu jugo aún me ahueca
recorre el pozo de mis ahogos,
de lo que ya no es mío
de lo que me falta y no vuelve
y no nace,
es todo tuyo.


MIENTRAS TE ESPERO

Sentados frente a frente con sus manos sobre el tablero de la mesa
ese filo que también les detiene el acercarse,
y una sobre otra en ese momento sin palabras de
los dedos doblando la servilleta.
Ella, hace nudos en la correa de su cartera
da un doblez y otro sobre la servilleta y crece flecha,
lanzas de palabras mudas, a las que él no responde,
ahora un barquito.

Sus rodillas pegadas, que no escapen rumores que naveguen,
y los dos acomodan sus caderas en las sillas de bordes rasguñados,
se balancean.

El vaso selló un círculo marcando la mesa
ese que transpiró la sequedad que los apaga, y
sin incluirlos, en ese mar cerrado se ahogan restos de papel,
hubo una flecha, después un barquito.
Mientras te espero rescato sobrevivientes de ese ajeno mar de abandono.


DOMINGO

Extender el corte a corte de mis piernas
tijera que adelanta una cuadra y otra en
un sorteo de baldosas flojas,
la esquina el semáforo
donde el níspero va madurando, luz verde

dos golpes rápidos a tu puerta, dos más apurándote
escucho pasos descalzos
los dedos delgados en la madera,
sobre los hombros gotas enteras
otras hundidas en la red de la barba corta, una
en libertad y deslizada a su antojo,
ése, mi tatuaje oculto
apagas la luz que olvidaste en la noche,
la puerta cruje por la ultima lluvia
el viento apenas te encuentra,
sobre el escalón un sobre de ofertas
y el diario dentro de la maceta vacía,
regresas sobre el piso de cerámicas gastadas
suben los lentes te abriga el sillón
se acomoda tu cuerpo
el nuestro.
y yo, quizás retorne, quizás no, unir el corte a
corte de mis piernas
recordando algunas baldosas flojas doblar la esquina
encontrar mi diario en el picaporte de la puerta.
Aún la noche y su lluvia
adormecen las letras que desteñidas van
hacia vos
hacia mí.


MIRADAS

Como un asalto descubrí los ojos
a su alrededor la piel húmeda del musgo que
nació como guerra
Y ahí están dejándose vivir frente al espejo de los días
como piedra a la intemperie o como foto en su lugar
en ocasiones corren sobresalen del muro de la rutina
miran buscan
y es esa imagen que rompe el vidrio
te trae y me aloja.


DELICIA

Corro
me hundo en el aire
aplasto este muro de ciudad que retrasa, y desde la
esquina veo tu puerta cerrada esa armadura que se anima,
que me frena, pero unas letras me salvan:
esperame
ya vuelvo.


ALGUNOS RESTOS

La lágrima seca aún se dibuja y
naciendo la siento escurrirse,
esa vena en el puente de mi cuello
los huesos invisibles se descubren,
1o demás ya es olvido
y lo demás,
aún no lo encuentro

Dolores Meijueiro (Montevideo 1964). Estudia Letras en Facultad de Humanidades y Ciencias (Montevideo). En el  2000  publicó “Jirones” (Editorial América Latina, Montevideo ,Uruguay) con el cual obtuvo el 3er premio en el MEC en la categoría narrativa. En los concursos denominados “Bolboreta” convocados por  la Xunta de Galicia obtuvo el 2do. Premio por “Voces de Tierra y Mar” (Dic.2000) y un 3er. premio por “Begoña la mujer de su casa” (Dic. 2001).  En el invierno del 2007 publicó su primer libro de poesía “Mariposa Encadenada” (Editorial Vintén Editor, Montevideo, Uruguay).

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Número 57

Incorporación de Tránsito / Norma Ambrosini

Incorporación de Tránsito

Incorporación de Tránsito / Norma Ambrosini

Exposición multidisciplinar y Clínicas

Padín / Pérez Raventós / Masseilot


Presentación: Norma Ambrosini

Proyecto Arte en Democracia 1983 – 2013
UNNOBA / Pergamino


Para quien no conozca a los artistas a los que me referiré a continuación, o tenga dudas acerca de sus antecedentes, recorridos y obras, les recomiendo entrar en google para comprobar la existencia de una gran cantidad de notas referidas a sus personas y trabajos, tanto individuales como colectivos.

Debo decirles, en relación a ello, que este trabajo de presentar exposiciones, en el que estoy envuelta desde el año 2007, comencé a realizarlo como consecuencia del seguimiento de la obra y la relación con uno de estos artistas, Alejandro Masseillot.

Al tratarse de obras tan particulares, tan provocativas, creímos al principio que los espectadores irían introduciéndose en ellas de manera natural e intuitiva, pero al profundizar en sus esencias y en el proceso de creación, notamos que se hacía necesaria una complicidad multidireccional: entre el espectador y la obra, el espectador y el autor, el espectador y el espacio, el espectador y el proceso, etc.

Por esa razón nos resultó a todos interesante utilizar un formato que permitiera -luego de finalizado el montaje de la obra, siempre distinto en estos creadores, y de forma especial durante el acto inaugural- la entrada de alguien, en este caso yo, para dialogar con los participantes sobre la obra, los autores y el proceso de creación.

Participar a partir de las palabras de otro, a través de la mirada del otro, dio como resultado un crecimiento, un agregado, algo así como el prólogo de un libro, pero en vivo, permitió a los autores desentenderse de rituales o convenciones ‘galerísticas’, enriquecer las obras y facilitar el tránsito de quienes desean disfrutarlas. A través de esa mirada ajena, las obras que parecen tan lejanas son repensadas, reinstaladas, recreadas. El artista, también pasa a ser espectador, pero espectador cómplice.

Es muy interesante que ‘otro’ presente nuestra obra, siempre, claro está, que exista una admiración por ella y una coherencia ideológica. Con Alejandro lo hemos llevado a cabo muchas veces, incluso de manera virtual, dada mi imposibilidad de acompañarlo a todos sus viajes.

Mi lugar aquí, al margen de conocer a los tres artistas, un beneficio fundamental, es el tipo de análisis multidisciplinar al que me refiero y dedico: cronista de performance o analista, término que prefiero al provenir del campo musical. Lejos estoy de la crítica, y no porque prefiera la adulación o tema la confrontación, sino porque me parece que lo interesante en este tipo de experiencias es, justamente, la crónica, el contar lo que sucede desde varios ángulos: desde el autor, desde los locatarios del lugar, desde los espectadores, desde quienes estuvieron presentes, desde la parte gestacional de la obra, etc. Hoy la obra de arte, y aquí me gustaría enfatizar, no tiene un principio y un fin tan claros. Aquí es justamente cuando nos referimos a proceso.

Existe actualmente, siglo XXI, un proceso menos pasivo en el espectador, debido no sólo al conflicto que debe resolver entre su concepto de lo que una obra de arte es y lo que ve, sino porque ciertas obras, como estas a las que nos referimos, presentan un paisaje tan dinámico que lo movilizan.

Las palabras, o palabras gestos, o palabras dibujos de Clemente Padín, quedarán en nuestras mentes, conviviendo y reordenando muestro universo visual preexistente. Guillermo Pérez Raventós nos hace saber de inmediato que se ha valido de objetos del lugar para montar su obra, que de seguro variarán en la próxima exposición. Crea de esa manera una dinámica entre proceso y obra que aparece clara a quien transita su trabajo. Guillermo enfrenta al espectador a sentir que la obra es un camino y no un fin.

La teorización de la performance, una indisciplina en constante transformación, es dinámica, particular, personal… La mayoría de los aquí presentes hemos arribado a ella construyendo nuestra propia experiencia con y a través de ella.

Los abordajes han sido distintos desde el arte, desde el movimiento, desde la literatura, desde la plástica, desde otras ciencias como la antropología, la psicología, incluso desde el teatro o las teorías de comunicación. Pero aquí, quiero arribar a algo más interesante aún, el formato de lo que presentamos: un tríptico que muestra no trabajos en proceso, sino el proceso como trabajo , o incluso como obra acabada o yendo aún más lejos, como obra inconclusa permanentemente abierta, con posibilidades, esperanzadora.

Una vez escribí que el proceso de Universos Cohabitados de Alejandro era una obra multiplicadora, que genera obras; tantas como interesados en posar sus ojos y entender el proceso existan.

El encuentro de hoy no es una exposición compartida como sucedería en un taller de arte, sino que es UN ENCUENTRO DE TRES PROCESOS IDEOLÓGICOS EN UNA ACERTADA CIRCUNSTANCIA.

NO ES CASUAL EL ENCUENTRO DE ALEJANDRO, GUILLERMO Y CLEMENTE. NO SÓLO HAY ADMIRACIÓN ENTRE ELLOS, HAY UN HILO CONDUCTOR MÁS ALLÁ INCLUSO DE HACER O DEDICARSE A OBRAS PROCESUALES O A ARTE CONTEMPORÁNEO O A PERFORMANCE.

Mi experiencia personal abarca la expresión corporal y lo musical, como así también la crítica musical y el teatro. Es ese ‘multifacético’ background el que me permite observar desde un lugar móvil. (Duden, si algo no se mueve, está muerto.)

Clemente ha sido un maestro para nosotros tres y quien no lo conozca deberá sentirse en deuda con el arte en general porque no deja de asombrarnos, incluso a nosotros que lo conocemos. No solo con su vitalidad, sino con la construcción, el proceso, el camino, que ha transitado hasta hoy. No sólo sirve estar en el lugar adecuado en el momento adecuado. Nadie mejor que Clemente para demostrar que más alejado de la movida y la vanguardia que él no estaba nadie (y no hablamos solamente de localización geográfica, sino que se encontraba más alienado que los demás), pero sus ideas eran móviles. Mientras el entorno de su universo lo incrustaban en medio de una situación casi muerta o detenida, sus pensamientos fueron contemporáneos, incansables e inagotablemente inquietos y sensibles al nacimiento de nuevas artes y tendencias paralelamente a disparadores y situaciones del arte internacional. Sí, así como suena y sorprende. Desde este lugar escondido en el mundo. Sin ideología y sin esperanza no hubiese logrado nunca llevar su arte hasta las consecuencias que le han permitido localizarlo en este inmenso lugar de trascendencia. Revocando incluso la idea de la repetición de la performance cuando existían y existen posturas que la nominan como un arte único e irrepetible, en pos del desarrollo de la improvisación a ultranza; él confía en un proceso de recorrido presencial conformando sus experiencias performativas y defendiendo ese ‘momento real’ de manera tan libres que tanto su gestación y formato permitirán un nuevo y por que no decir múltiples intentos de dicha libertad.

En cuanto a Guillermo, considero que pocas personas han logrado demostrar un interés tan profundo en pensar el hecho performático como un acto democratizador (lejos del virtuosismo, pero cerca de la rigurosidad) pero por sobre todo, posibilitador de ‘vuelo’ para los demás. Vuelo para todos, como sus manuales así lo indican.

Hacer participar de ese proceso teniendo comprensión, mejor dicho comunión porque no puede hablarse de comprensión en la performance, sino de una instancia en la que la obra nos conmueve, nos comunica, donde no hay lugar al discurso convencional, sino escencia y sensación.

Guillermo atraviesa la historia, relocaliza nuestras sufrimientos comunes, pone en carne viva palabras y hechos por los que hemos sido atravesados. Pero siempre, como un juego (doloroso, pero juego al fin) como una estrategia que creemos comprender pero que, al momento de nuestro detenimiento frente a su obra, nos modifica. Juega con nuestras sensaciones abriendo los ojos de quienes los han posado en su obra. La obra de Guillermo siempre parece simple, comprensible, en un punto amable, y luego de transitarla nos sentimos responsables de su arte, nos sentimos cómplices de sus padecimientos, nos sentimos todos en uno.

Y por último Alejandro. ¿Qué puedo decir de Universos que ya no haya publicado, dicho, escrito, difundido o expresado? Que es una obra necesaria, donde se abren signos de preguntas para muchas disciplinas. ¿Es una foto? ¿Es un bailarín? ¿Es una imagen acertada de una arquitectura? ¿Es un modelo? ¿Está fuera de foco?

Universos Cohabitados es un espacio donde las preguntas de y en torno al arte aparecen (en torno al arte que conocemos) y vemos que no entra en catálogos convencionales, porque es una instalación de una fotos, que no son de un artista publicitario, sino de un cuerpo, que no es un modelo y que parece bailar con edificios.

Es un hecho performático por contener preguntas y situarse en un lugar intermedio. Por parecer indisciplinado y por encontrarse entre la aleatoriedad y la democratización. ¿Cualquiera puede ser el modelo? ¿Cualquiera debe ser el modelo?

El universo arquitectónico cobra sentido al ser transitado por ese ser que se muestra como un pequeño sujeto. Como pequeños sujetos que somos frente a tremenda magnitud. Universos es una alegoría al diálogo de la humanidad con su entorno.

Las tres obras, necesarias.
Las tres esperanzadoras.
Las tres nos acompañarán, a pesar de dejarlas aquí colgadas,
sostenidas, mostradas, habitando este espacio hasta… el día de cierre de esta exposición.

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Padín, Pérez Raventós y Masseilot reunidos en esta exposición denominada Incorporación de Tránsito. Aquí, los tres artistas presentan mediante diferentes disciplinas, poesía visual, arte procesual y arte urbano, respectivamente, sus propios tránsitos, caminos e incorporaciones en el arte y en la vida.

Presentación de las obras a cargo de la Lic. Norma Ambrosini.

La presente propuesta apunta a colaborar con la resignificación de la palabra “proceso”. De su carga relacionada a la última dictadura en Argentina a los procesos de creación y al arte procesual. Experiencias que nos permiten descubrir otras perspectivas, incluir diferentes modos de creación y de participación ciudadana contribuyendo, de esta manera, con la democratización del arte tanto para los artistas como para los diversos públicos.

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http://www.fmnuevalatina.com.ar/index.php/noticias/educacionales/121-hoy-se-abrira-una-muestra-de-arte-en-la-unnoba

http://diariotiempodigital.com/regional/cultura/arte/2927_el-viernes-se-abrira-una-muestra

http://www.laopinion-pergamino.com.ar/archivo/nota.asp?vernota=64631