Mariposa encadenada / Dolores Meijueiro
UN ENSAYO DE PALABRAS
A esta boca día a día la miro crecer
y aparenta que el silencio hipócrita se rinde crece
junto a las palabras no dichas,
como los pensamientos tienta abrirse y acercarse
un sol la ayuda a moverse en su rincón quieto
y se entreabre como una verdadera boca
como ese sonido que aún no encuentro.
A menudo no hablo
y un solo reloj palpita en las dos raíces
en la boca y en mí,
pero aún la guerra estalla en silencio y nada escucho.
Se cierra toda y no amanece
descuelgo mi máscara
y gana la memoria.
EN MIS HUECOS
La ausencia se atreve y
encarniza con fuerza de comienzos
se instala en mis huecos inocentes
ronda
provoca
ajena al castigo permanece
no sé dónde vaciarla
por dentro se adueña, anuda mi garganta
se hospeda entre mis pechos
y se extiende en el viaje de mi entraña
y encuentro el pozo que acongoja,
froto con mis yemas inexpertas
ese aire que se escapa
y no respira y no me alcanza.
MES A MES
El rojo que delata insiste en mi cuerpo y
puntual tiñe la ofrenda, brilla descubierta,
trepas al altar de los muros escondidos
y resurjo en tus manos dueñas,
mi eslabón en vos y tu cabeza en mi vientre
construyéndome
ECO
Tu silencio me ahueca
dejando la cuchara de los días meterse más y
más en el contorno de lo vivido,
oculta su lengua de locura, se aprieta en mi garganta y
yo, rascar hasta ver el blanco que lastima
y el eco vuelve a empezar,
blanco implacable, puntilla de hielo, espuma de mar, saliva
y en el borde de mi vaso cascada y sal,
aquella comunión
hoy cabeza harinosa, nudo de mi garganta,
la hoja donde escribo, el frío que la devora
hoy luna llena, la sábana que me sostiene, aquel médano
y ahueca la cuchara sin filo
y aún tu lengua.
SE LLAMA AUSENCIA
Como un demonio llega a casa
y pisa esa rama caída del árbol,
que seca cruje en la tierra.
Cuelga el saco en el respaldo de la silla
y en cada costado se descubren
esos dos huecos que tus manos habitaron.
Se acomoda en mi cama, el lugar que me duele
que aún no entibia,
y en la frontera de esa tela vacía se adueña
de vos, de mí.
Sin saberlo, llego y recorro el jardín
piso un poco de rama caída,
cuelgo mi saco en el respaldo de tu silla
y dentro, un hueso me cruje.
TAJO A TAJO
Montevideo
como si te abrieras a tajos junto a mi
con esta mano cotidiana recorriendo la espalda de tus calles,
y hay veces, en que me quedo con la mirada perdida
que al comienzo me resultó un tanto extranjera,
de limpia vidrios y malabares en tus esquinas
y nuevamente esa llana manito
con caja de caramelos sobre la mesa, donde estoy esperándote
junto a un café.
FLAMEA
Desde mi ventana veo azoteas de la ciudad,
esos cuerpos que viven unidos
alejados o buscándose entre sus desniveles,
y en la esquina, un vértice de sábanas colgadas
blanca muchedumbre anónima a la intemperie,
despertaron allí, después de toda una noche de soledad.
EN MI
Tu jugo aún me ahueca
recorre el pozo de mis ahogos,
de lo que ya no es mío
de lo que me falta y no vuelve
y no nace,
es todo tuyo.
MIENTRAS TE ESPERO
Sentados frente a frente con sus manos sobre el tablero de la mesa
ese filo que también les detiene el acercarse,
y una sobre otra en ese momento sin palabras de
los dedos doblando la servilleta.
Ella, hace nudos en la correa de su cartera
da un doblez y otro sobre la servilleta y crece flecha,
lanzas de palabras mudas, a las que él no responde,
ahora un barquito.
Sus rodillas pegadas, que no escapen rumores que naveguen,
y los dos acomodan sus caderas en las sillas de bordes rasguñados,
se balancean.
El vaso selló un círculo marcando la mesa
ese que transpiró la sequedad que los apaga, y
sin incluirlos, en ese mar cerrado se ahogan restos de papel,
hubo una flecha, después un barquito.
Mientras te espero rescato sobrevivientes de ese ajeno mar de abandono.
DOMINGO
Extender el corte a corte de mis piernas
tijera que adelanta una cuadra y otra en
un sorteo de baldosas flojas,
la esquina el semáforo
donde el níspero va madurando, luz verde
dos golpes rápidos a tu puerta, dos más apurándote
escucho pasos descalzos
los dedos delgados en la madera,
sobre los hombros gotas enteras
otras hundidas en la red de la barba corta, una
en libertad y deslizada a su antojo,
ése, mi tatuaje oculto
apagas la luz que olvidaste en la noche,
la puerta cruje por la ultima lluvia
el viento apenas te encuentra,
sobre el escalón un sobre de ofertas
y el diario dentro de la maceta vacía,
regresas sobre el piso de cerámicas gastadas
suben los lentes te abriga el sillón
se acomoda tu cuerpo
el nuestro.
y yo, quizás retorne, quizás no, unir el corte a
corte de mis piernas
recordando algunas baldosas flojas doblar la esquina
encontrar mi diario en el picaporte de la puerta.
Aún la noche y su lluvia
adormecen las letras que desteñidas van
hacia vos
hacia mí.
MIRADAS
Como un asalto descubrí los ojos
a su alrededor la piel húmeda del musgo que
nació como guerra
Y ahí están dejándose vivir frente al espejo de los días
como piedra a la intemperie o como foto en su lugar
en ocasiones corren sobresalen del muro de la rutina
miran buscan
y es esa imagen que rompe el vidrio
te trae y me aloja.
DELICIA
Corro
me hundo en el aire
aplasto este muro de ciudad que retrasa, y desde la
esquina veo tu puerta cerrada esa armadura que se anima,
que me frena, pero unas letras me salvan:
esperame
ya vuelvo.
ALGUNOS RESTOS
La lágrima seca aún se dibuja y
naciendo la siento escurrirse,
esa vena en el puente de mi cuello
los huesos invisibles se descubren,
1o demás ya es olvido
y lo demás,
aún no lo encuentro
Dolores Meijueiro (Montevideo 1964). Estudia Letras en Facultad de Humanidades y Ciencias (Montevideo). En el 2000 publicó “Jirones” (Editorial América Latina, Montevideo ,Uruguay) con el cual obtuvo el 3er premio en el MEC en la categoría narrativa. En los concursos denominados “Bolboreta” convocados por la Xunta de Galicia obtuvo el 2do. Premio por “Voces de Tierra y Mar” (Dic.2000) y un 3er. premio por “Begoña la mujer de su casa” (Dic. 2001). En el invierno del 2007 publicó su primer libro de poesía “Mariposa Encadenada” (Editorial Vintén Editor, Montevideo, Uruguay).