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Número 62

Diez respuestas a «los notables bobos que organizaron la patota literaria» / Enrique Amorim

Revista Malabia número 62

Diez respuestas a «los notables bobos que organizaron la patota literaria» / Enrique Amorim

¿Qué obras y qué autores han contribuido más a su formación intelectual? ¿Se considera inscripto en una tradición nacional o más vinculado a movimientos estéticos extranjeros?

La formación intelectual no está supeditada a una obra ni a ciertos autores, sino, más bien, a los ambientes en que se desarrolló esa formación. Para mí fueron piedras de toque -pedernales diríamos- Iván Bunin, Maupassant, Chejov. Sin “La Maison Tellier” yo no me habría atrevido a “inventar” La Carreta. En la época en que el escritor resuelve continuar escribiendo recurre a los maestros luego de haber frecuentado, sin pensarlo, a los clásicos. Leí a Sherwood Anderson para penetrarlo. Estoy inscripto en la tradición nacional y los movimiento estéticos extranjeros no son nada más que eso… “movimientos”; cambios, modas, paparrucha al fin.

¿Hay en su vida algún suceso que haya tenido honda influencia sobre su creación intelectual?

Sí. A los quince años tuve un maestro (don Pedro Thévenet), que nos exigía diariamente una copia de cualquier texto-diario, revista, libro. Yo empecé a escribir las diez líneas exigidas sacándolas de mi caletre. Eso me hizo escritor. El maestro calibraba el gusto del alumno, leía en su caligrafía, escudriñaba en las diez líneas. Al fin del año supe que yo tenía capacidad de inventiva. Ya es algo en países sin imaginación. Aquí se copia y poco se inventa, casi nada.

¿Ha podido cumplir con sus propósitos artísticos o algo ha impedido su plena realización? ¿Cuál de las obras que ha escrito le interesa más y por qué?

No tuve muchas dificultades. Mi primera casa editora en serio fue Claridad, de Buenos Aires. Vendieron muchos Tangarupá. Las obras que más quiero son aquellas que Juan Pueblo compró, primero a cincuenta centavos, en ediciones más que baratas; y después, las que empezaron a recorrer el mundo.

¿Cuál es su régimen de trabajo? ¿Tiene obra inédita? ¿Ha tenido dificultades para publicar? ¿En qué obra trabaja y cuáles son sus proyectos?

Siempre he trabajado de ocho a medio día. No he sido noctámbulo. Me gusta el atardecer para la amistad y el diálogo. Están en prensa: Los pájaros y los hombres y Temas de amor en Buenos Aires. Y escribo El Ladero, novela bastante uruguaya. Y en Abril publicaré Mi Patria en tiraje limitado y lamentable.

Qué opina Ud. de la repercusión que ha tenido su obra en el país y fuera de él? ¿Cuál es el mejor crítico que ha tenido?

Alguna carta de Juan Sin Nombre me halaga. El librero que me dice: “Sus libros se venden”, me hace mucho bien. Jamás pregunto cuántos ejemplares. Porque me duele tener que enterarlos de que en Praga o en Moscú la cifra de ventas de El caballo y su sombra y Corral abierto ha llegado a los veinte y los cuarenta mil ejemplares. (Claro… son “lectores cretinos” pero sumamente útiles para la Humanidad).

¿Qué papel entiende Ud. que ha desempeñado la promoción intelectual a la que Ud. pertenece en el desarrollo cultural del país?

Ningún papel. Porque el papel impreso no interesó jamás a los que dirigieron la cultura de mi país. Lo que les interesaba era el papel escrito del diario tradicionalista. Los caudillos admiraban al que tenía el facón junto al cinto. El que les sucedió -el notorio cretino, blanco o colorado- escribía para defender a la burguesía (y aceptando esa condición). Pero la vida sigue siendo dura.

¿Qué función desempeña el intelectual en nuestra sociedad y cuáles son las actividades que según Ud. le corresponden?

En nuestra sociedad el intelectual no cuenta para nada, siempre que no lo asistan la adulonería y el acomodo. Ya debiera haberse escrito sobre El ventajero. Pero está muy dura la vida para hablar con seriedad de “Las funciones del intelectual”. Por ahora debe masticar un pan duro y escaso.

¿Qué medidas concretas estima necesarias para mantener viva la comunicación escritor-público?

Terminar con la discriminación antipatriótica y repugnante. Hay diarios que sólo hablan del escritor si el pobrecito se corre a la sección Sociales y se somete a la insensibilidad indiscriminada de las clases dirigentes. El periódico se ocupa del escritor también cuando se le supone investigador del crimen de “un hombre que sabe demasiado” o se le descubre cocainómano. Antes no cuenta. Habrá que cometer algún lindo delito y huir con sutileza al extranjero. A algunos se los premiaría con cuantiosas ediciones. En resumen: el escritor-público no es posible en una sociedad gobernada por Gentes que no son pueblo

¿Qué piensa de la literatura actual del país, narrativa, poesía y crítica?

Que hay algunas “notables plumas”, como diría uno de esos notables bobos que organizaron la patota literaria. Yo creo que hay creadores de mucho valor sin el menor reconocimiento y que eso es gravísimo y muy penoso.

¿Qué corrientes artísticas o qué autores entiende Ud. que apuntan hacia el porvenir inmediato de las letras?

La única corriente es el realismo en cualquiera de sus formas. Lo demás es lágrima, baba fría, desesperación y unas ganas tremendas de llorar como en la letra del tango.

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Del semanario Marcha, Montevideo, 8 de abril de 1960.