

¿Es justo el Premio Nobel? / Nick Ravangel
El Premio Nobel es considerado, desde hace mucho tiempo, como el más importante que puede recibir un escritor, un químico, un ingeniero, un pacifista. Como es sueco, y los suecos tienen fama de gente seria, el elegido queda retratado para siempre como un genio en su especialidad.
Alfred Bernhard Nobel (1833 – 1896) fue un químico, ingeniero y escritor sueco, famoso por crear el premio que lleva su nombre y, lo que pocos saben, por inventar la dinamita. Era, además, propietario de la empresa Bofors, productora de hierro y acero y fabricante de cañones y otros armamentos. Durante su vida registró 355 patentes. En su testamento dejó su fortuna a un fondo con el que se premiaría a los mejores exponentes en Literatura, Medicina, Física, Química y defensores de la Paz.
Era lógico que con este panorama los premios hayan tenido siempre un carácter político y polémico.

Foto: F. Nogara
Algunos escritores no galardonados con el Premio Nobel
León Tolstói
Es, junto con Fiodor Dostoievski, uno de los autores rusos más prominentes. De familia perteneciente a la antigua nobleza rusa, Tolstoi desarrolló una obra realista. Al final de su vida se acercó a las corrientes anarco-cristianas, cuyas creencias con respecto al activismo sin violencia influyeron en personajes como Martin Luther King y Mahatma Gandhi.
Emile Zola
El exponente más grande del naturalismo francés. Su obra aborda muchas de las teorías sociales y científicas que surgieron en el siglo XIX profundizando en la condición humana de la forma más clara y objetiva posible. La vida de una familia durante cinco generaciones reunida en 20 novelas (Les Rougon-Macquart) es su obra principal.
James Joyce
Joyce recurrió a La Odisea para narrar una de las historias que modificaron la literatura en todo el mundo a lo largo del siglo XX. El escritor irlandés refleja en el Ulises sus propios conflictos con muchas de las instituciones religiosas y culturales que imperaban en la Irlanda de principios del siglo pasado, sobre todo la Iglesia católica.
Sus obras más destacadas son Ulises, Dublinesses y Retrato del artista adolescente.
Franz Kafka
El autor checo, que escribió en alemán, expuso en sus obras la desesperación y el absurdo, circunstancias recurrentes producidas por el enfrentamiento entre los personajes y el entorno que los rodea. En La Metamorfosis, Kafka hace una alegoría del trabajador occidental de nuestros tiempos, un joven que se transforma en insecto ante la responsabilidad de tener que ir a trabajar. Sus obras más destacadas incluyen El Proceso, El Castillo y Carta al padre.
Alfonso Reyes
Borges lo coloca entre los grandes ensayistas en lengua hispana. Nacido en Monterrey, México, fundó junto a José Vasconcelos, Pedro Henríquez Ureña y Antonio Caso el Ateneo de la Juventud, un grupo cuyo fin era la difusión cultural y el estudio de la literatura clásica y que tuvo una importante influencia en el desarrollo de las instituciones políticas y culturales. Esperó buena parte de su vida que se le adjudicara el Nobel de Literatura, cosa que no sucedió. Algunas de sus obras más destacadas son Cartones de Madrid, Visión de Anáhuac y El deslinde.
Virginia Woolf
La única mujer dentro de esta lista, desarrolló una obra que fue rescatada por el movimiento feminista de los años 70 por su ensayo Una habitación propia, en el cual aborda las dificultades que debe enfrentar una mujer que quiere dedicarse a la escritura en un mundo dominado por los hombres. Su obra más famosa es Orlando, en la que realiza una parodia del género biográfico y el sexo.
Sus obras más destacadas son Orlando, Las Olas y La señora Dalloway.
Witold Gombrowicz
A raíz de la invasión de Polonia por del ejército alemán, el escritor polaco Witold Gombrowicz decidió refugiarse en Argentina, país al que había acudido a un encuentro de escritores. A pesar de que ya había publicado Ferdydurke, novela en la que realiza una acérrima crítica del nacionalismo polaco y con la que obtuvo su primer éxito literario, el autor comienza a desarrollar su característico estilo del absurdo en Transatlántico.
Sus obras más destacadas son Ferdydurke, Transatlántico, Cosmos y Contra los poetas.
Jorge Luis Borges
No sólo los estudiosos de la literatura ven en Borges a una figura fundamental para el pensamiento, también los matemáticos, los músicos, los filósofos y otros. Su obra abarca la poesía, la narrativa y el ensayo desde una perspectiva universal.
Sus obras más destacadas son El libro de arena, El Aleph, El Hacedor, Historia de la eternidad y El oro de los tigres.
Italo Calvino
Este autor italiano retrata la complejidad del hombre contemporáneo a través de una literatura que podría llamarse fantástica, pero que en realidad va en muchas direcciones. Su trilogía Nuestros antepasados, compuesta por las novelas El vizconde demediado, El barón rampante y El caballero inexistente es una alegoría que hace referencia a la vida del hombre moderno a través de pasajes de una historia universal que aunque ficticia, contiene los elementos esenciales del devenir humano.
César Vallejo
El poeta que estableció un puente entre la poesía de Rubén Darío y las vanguardias latinoamericanas con una voz muy personal. Sus obras más destacadas: Los Heraldos Negros, Trilce y España, aparta de mí este cáliz.
A estos destacados autores dejados de lado se podrían agregar muchos más, la lista sería larguísima. Alguien podría decir: no los habrán premiado porque había otros más interesantes, con mejor estilo, que manejaban con precisión su idioma, que ahondaban en la filosofía, en la historia, en el manejo de los personajes, que sabían utilizar el qué y el cómo con maestría. Lamentablemente, no es así. Es cierto que entre los premiados hay, no podía ser de otra manera después de más de un siglo, autores de enorme calidad, con trayectoria y prestigio. Pero los casos en que el premio ha dejado dudas abundan, como abundan los críticos que han incidido en que se ha premiado o no por circunstancias políticas. Este extremo queda totalmente probado en la concesión del Premio Nobel de la Paz.
Llegados a este punto hay que tener mucho cuidado, porque se puede opinar desde la simpleza, lo fácil, la bondad y la maldad, el negro y blanco sin matices. O lo que es peor, desde el gusto personal, siempre unido al nivel cultural y la manipulación mediática. Paul Valéry decía: «La era del orden es el imperio de las ficciones, pues no hay poder capaz de fundar el orden con la sola represión de los cuerpos con los cuerpos. Se necesitan fuerzas ficticias». Con eso quería decir que cuando se ejerce el poder político se está siempre imponiendo una manera de contar la realidad. El poder tiene un discurso. Europa (podría decir Occidente) lleva siglos contando una historia de bondad, de paz, de democracia, de bienestar, de buen hacer, de desarrollo (totalmente alejada de la realidad) y de lucha contra tiranos de todo tipo, gente malvada que sólo quiere destruir desde la selva el hermoso jardín privado. Es lógico que uno de sus mayores premios sean otorgados a quien crea y siga su discurso, se haga el distraído o se aparte de cualquier tipo de rebelión o cambio. Y quienes no lo hagan queden marginados.
Hay también, es necesario mencionarlo, ejemplos de dignidad. Jean Paul Sartre rechazó el Premio Nobel de Literatura cuando le fue otorgado. En una carta a la Academia Sueca explicó que él tenía por regla rechazar todo reconocimiento o distinción porque los lazos entre el hombre y la cultura debían desarrollarse directamente, sin pasar por las instituciones establecidas del sistema.
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