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Número 63

La solidaridad, principio de moral social / Joseph Vechtas

Revista Malabia número 63

La solidaridad, principio de moral social / Joseph Vechtas

El 8 de marzo de este año, día de la mujer trabajadora, la solidaridad de las mujeres -con más de 300.000 marchando por la avenida principal- fue conmovedora. Hubo hombres, por supuesto, pero eran una minoría. El instinto de conservación no es sólo individual, sino propio de la especie.

La liberación del individuo fue un acontecimiento histórico que desarrolló sus potencialidades. Aunque después de la Revolución Burguesa en Francia el capitalismo excluyó de la ciudadanía a aquellos que, pese a haber luchado por la Égalite, Liberté y Fraternité, no eran propietarios. Y la misma Declaración Universal de los Derechos del Hombre y el Ciudadano aprobó la sacralidad de la propiedad privada como un particularismo. Una contradicción que se reproduce en el Derecho, la economía, la política, los valores. Se privó de la humanité et le pouvoir a hombres y mujeres que arriesgaron sus vidas. Y cuando Olimpye de Gouges -revolucionaria autora de un drama contra la esclavitud-, reclamó la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, acabó en la guillotina.

Costó mucha sangre a las sufragistas conseguir que en el siglo XX se les reconociera el derecho a voto.


El machismo, ¿una ideología?

Sí, es una ideología que legitima el poder. Pero no simplifiquemos, es también un sistema de valores, una praxis, una conducta sustentada en el poder y en la idea de la superioridad masculina (1). Su base real es la explotación de la mujer, que siempre trabajó (2).

El hombre regresa a casa humillado y ofendido, resentido, impotente para salir de la pobreza, porque fue educado en la naturalización del sistema, actúa como el alfa y el patriarcado lo compensa tratándolo como aliado.

Vaz Ferreira pregunta: ¿por qué fulana de tal y no fulana con tal. Porque heredamos el código napoleónico que, a su vez, reproduce la situación de la mujer romana, en situación de minoría y en manos de su marido, siempre necesitada de su autorización para disponer de los bienes. (3)

Más aún que al trabajador, se mantuvo milenariamente a la mujer en la ignorancia, escoba y olla en mano y, sobre todo, como incubadora. Su principal virtud ha sido siempre la castidad, para asefurar así la línea sucesoria de la propiedad. Primero crean al burro y después dicen que rebuzna.

Por este camino se internaliza la ideología machista, que en la cultura judeo-cristiana se transmite a través del mito de Adán y Eva: Javé lo crea a él con el barro y le sopla su espíritu (nefesh). A ella la crea de una costilla de Adán, por eso le debe la vida y está obligada a servirlo (los teólogos madievales discutían si las mujeres tienen alma, ya que Dios no les insufló su espíritu) (4). Pero Eva, pecadora, seduce a Adán con la manzana (Poder y Sabiduría) y por eso pare con dolor hasta hoy y en ninguna religión patriarcal puede ser la mujer saterdotisa (aunque debe purificarse). Y no es virtuosa porque el término virtud viene del latín vir (varón), que es cuestión del guerrero.


Un poco de lógica liceal

Aprendimos que los conceptos tienen cantidad (extensión) y comprensión (significado). El más extenso de los conceptos incluye otros menos extensos, pero con una nota y cualidad específica que los distingue de otros también incluidos. Un ejemplo es «caja de herramientas«. Todas en la caja son herramientas, aunque tienen distintas funciones: martillo, tenaza, llave inglesa, etc. Como todas tienen la cualidad común de ser herramientas, entran en la caja que las incluye, ¿pero qué sucede cuando se cae en una falsa oposición? Opongo las herramientas como si no estuvieran en la caja. Esa falsa oposición sucede cuando discutimos acaloradamente, por mala fe o inadvertencia (Vaz Ferreira lo expone en su Lógica viva siguiendo a Stuart Mill). Amigos de izquierda, de buena fe, aducen que, suprimidas las clases sociales las mujeres serán liberadas junto a los trabajadores. Primero la revolución, luego su consecuencia. Se trata de un razonamiento curioso: ¡las mujeres, que trabajaron siempre, no son trabajadoras, no están en la caja de la revolución! Suprimieron una de las subclases que entra en el concepto que incluye a unos y otras.

Viendo la marcha multitudinaria y casi mística de las mujeres, razono, según ellos equivocadamente, que los gobernantes tendrán que tomarlo en cuenta, incluso para conservar butacas. ¿Y cómo, sin la revolución? Por su voto de ciudadanas, conseguido luchando. Esa conquista es un medio para presionar a los remisos a reconocer sus derechos de ciudadanas y trabajadoras, como lo tienen los hombres. Y hay que velar por esas conquistas, no sólo contra la barbarie, sino para estar representados en un parlamento cada vez más corrupto por las «donaciones» de un poder no elegido por el pueblo. Se afirma que una cosa es querer y otra poder, sin advertir la tautología del argumento.

L’union fait la force, dice el escudo haitiano, el de los primeros esclavos autoliberados. Hay que tomar conciencia, prepararse y organizarse, no arrojarse contra los molinos de viento. La historia tiene pausas, pero también momentos propicios (kairos).Esto lo sabían los primeros cristianos, y fueron las mujeres quienes iniciaron la revolución francesa del 89.
Enfermarse es un hecho, pero para curarse o mejorar hay que acudir al médico, porque resignarse es un fatalismo laico. La historia no se hace con resignación, sino con los medios que lleven a los objetivos. Es incoherente proponer -como hizo al pueblo la Revolución Burguesa- que la mujer espere a que se liberen los trabajadores como clse, y encima sin incluirlas. Es como un martillo sin mango.


El ser humano es uno

Los biólogos llaman homo sapiens a la especie, quiere decir que es el varón da la nota específica a la definición. El hombre es sabio y fuerte; la mujer es bella, sentimental, débil. Ella procrea y cuida de los niños; además los socializa, les habla, los mima. Su inteligencia emocional nos convierte en seres humanos (5). La diferenciación sexual es una economía biológica que los mamíferos hembra no aprendieron leyendo a Kant, sino por genética: la mujer es la protectora de la especie.

El ser humano somos el hombre y la mujer. Sin enterrar la ropa en el jardín, pese a superar el patriarcado y la propiedad privada de los medios de producción, ¿acabará el machismo? Vaz ferreira, filósofo liberal, reconoce el talento femenino para las profesiones liberales y para la política, pero con una duda: ¿por qué no hay un Beethoven, un Miguel Ángel, un Leonardo, un Einstein entre ellas? La respuesta aparece como difícil, porque quizá las haya habido y lo ignoramos. Los genios masculinos, por su parte, son pocos en relación a la población mundial, y la mayoría de origen modesto (es difícil encontrarlos entre la nobleza). Pero aun siendo minoría, los hombres tuvieron oportunidades sociales, culturales y políticas negadas a las mujeres, que fueron mantenidas en la ignorancia, la sumisión, la maternidad. Hubo, sin embargo, algunas excepciones. Safo, Jane Austin, Virginia Woolf, Artemisa Gentileschi, Rosa Luxemburgo, Madame Curie.

Para llegar a Bach la música debió llegar al barroco, lo mismo que con Mozart, Beethoven, Stravinsky. ¿A cuántos genios frustra la explotación, el hambre, la enfermedad, el trabajo infantilo, el analfabetismo, la falta de oportunidades? Muchos logran desplazar su genio, frustrarse y/o morir prematuramente (Schubert).

Lo inmoral es excluir a priori. Hoy las mujeres son el 52% de la población (la mayoría universitarias) y, sin embargo, están subrepresentadas en nuestra democracia. Con igual educación y tarea reciben un salario que es casi la tercera parte del masculino. Y al volver a casa se ponen el delantal y siguen trabajando.

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1) Nietzsche es la versión moderna de un sofista griego: que la moral es una creación del resentimiento de los más débiles, los inferiores, que deben trabajar para los aristócratas del espíritu.

2) Basta recordar los murales egipcios, el libro de Esther, la revolución industrial, la maquila.

3) Casa de muñecas, de Ibsen, es quizá el primer drama que expone críticamente la situación de la mujer occidental. Produjo tal revuelo que al terminar, los cultos noruegos arrojaron sus butacas al escenario.

4) O el escriba no sabía anatomía, lo hace dudoso el dictado divino de las Escrituras.

5) Recordemos el estudio de primaria, si mal no recuerdo, en un barrio carenciado de la capital. Las madres, adolescentes, no les hablan a sus hijos y cuando lo hacen usan sólo 80 palabras, mientras una madre de clase media posee un léxico de 2000 o 3000 palabras. Y cada palabra es un pedacito del mundo; cuanto más palabras más mundo. Las leyes que enuncia la ciencia son construcciones de palabras. También se margina reservándonos las palabras, con als que organizamos lenguaje y pensamiento. Pensamos y dominamos la naturaleza con palabras, y las manos piensan lo que ellas enseñan.