Poemas / Lisandro González
Escultura: Miguel Sánchez
De refilón
En el velorio de la tarde
cae una rodaja, se corta un péndulo.
Alguien
en el último espejo
escribe. Tersos baldíos.
Todo sucede
en el pequeño tamaño de las horas.
Hasta brotan cigarrillos
en rosas de cobre.
Umbrales alambran
otras memorias.
Y un tango. Cuelga
de una pieza con aliento a polvo.
Y el cielo, que deja de lado
algunas nubes.
Difícil
d
e
t
e
n
e
r
el día
Atardecía.
Como otras veces,
como demasiadas veces.
Nada parecía poder detener
este sol.
Ya sólo resta
un ciego sonido de lumbres.
La boca del cielo
se cierra
y solo, un rastrojo de las sombras.
El encrespado batido de luces
se pierde
en un atardecer violeta.
Esta música
abanica
cualquier corazón.
intervalo lúcido
el aire en movimiento
arrastra con beatitud
los elementos de la belleza
a veces abre
las bolsas olvidadas del mundo
con displicencia
pero con encanto
nos acaricia
y enreda el pelo
y entonces intentamos
guardar en cajitas de agua
esos intervalos
Primer plato
especie de eternautas
mecidos por el viento
de lejanas explosiones
cada mañana hacen brotar
de la aurora
alguna clase de lágrima
y sazonan los días
con residuos líricos
de largas jornadas
a veces
ni el mantel encuentran
pero intentan lo mismo
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1 y 2 – Poemas pertenecientes al libro Esta música abanica cualquier corazón.
3 y 4 – Poemas pertenecientes al libro Intervalo lúcido.