Categorías
Número 59

Poemas (del libro «Malasartes») / Liliana Lukin

Poemas del libro Malasartes

Poemas (del libro «Malasartes») / Liliana Lukin

Paraíso perdido

Estamos condenados.
No supimos crear el olvido.

Visitante
La señora, la bella señora
de la ventana
está como encendida.
La señora aletea
esta mañana
contra el vidrio de la oscuridad:
una mariposa en celo.
Los ojos que la ven se extrañan
de sus cabellos al viento
porque todo está calmo
como su cuerpo desnudo,
sólo se mueven los ojos
que la ven
y lloran
porque la señora
está tan transparente
en la mañana
y hace daño.



Carne viva

Estaban aquí.
Reían hacían sombra
eran reconocidos
por sus pisadas
su voz despertaba
ecos
más o menos profundos
ahora
sus pasos
nunca más
desde el fondo
la incertidumbre
devora
lo que nos queda
de ellos
nombres ahora
sonoros
como una música
impensable
como una sal
lo que nos queda
de ellos
penetra en heridas
que no sangran ni cierran
ni hacen dolor
están ahí
donde ellos
sin sospechar
hacían sombra

reían
eran
reconocidos
encontrados
puestos a
desaparecer.



Silencio

La que horada
la piedra
esa pertinaz
muere en mí
golpea en mi
frente
o perfil
y calla
no consigue arrancarme
una sola palabra
deseosa
aullido tal vez esperaría
no consigue
arrancar
de mí
lucidez o destello
palabra alguna
voz
alguna gratuita leve
mención con el índice
en camino
el agua no sed ni hambre
el agua no corriente ni suciedad
pudriéndose en la amarilla
luz
de amanecer
doradas naranjas en la memoria
la que horada
la piedra
no consigue de mí.



Renacimiento

¿Es el horror al vacío?
¿Tanta necesidad es la pregunta?
Entre sus ojos danza.

Sólo posee.
Solo.
No se llevará más que el borde
de las figuras que recorta.
Hay un camino frente a su dedo
Único
¿Es el horror?



Vistas

I
La decrepitud:
una pierna
moviéndose
en el recuerdo de un ojo

II
Pasitos cortos
cabeza alta
ni una palabra
los dos
rebrillaban como un pan
que se deshace
como un pan
así blandos, crujientes.
Los viejos
iban venían
círculos idénticos
pasos reducidos
recorriendo el aire
del balcón
sobre una ventana de hospital
nubes de vidrio
se cuelan

este hueso es
la realidad

la poesía
muerde
áspid en celo
su costumbre.