Categorías
Número 55

Poemas / Liliana Lukin

Dos lecturas foráneas del Quijote

Poemas / Liliana Lukin

DESCOMPOSICIÓN. Buenos Aires, 1986

proceso

hay aquí un silencio oscuro
que nada tiene que ver con el silencio

aquí un silencio grueso
de bordes evidentes y sonoros
un silencio
como mirar al asesino en los ojos
mientras se recuerdan los ojos del asesinado
una quietud
que nada tiene que ver con el movimiento
ni con el deslizarse de las cosas
sobre la superficie de la necesidad

una tristeza hay
que nada tiene que ver con las grandes pasiones

hay un silencio aquí que nada
tiene que ver con las palabras

haciendo barro en los cuerpos
esa triste música

secretos

algo que es necesario pero no se conoce
y por ello parece imposible
algo que brilla según de dónde
y se oye como sedas en lo oscuro
y cruje como sedas apretadas o rotas
algo que es preciso tener pero no se posee
y es entonces considerado inútil
que crece cambia y cabe
pero desaparece
y ocupa sólo la mirada
dilantando el iris o el deseo

algo como una grieta seco y doloroso
de donde suave se reciba la música
alque que vuelve y gana y vuelve a perder
que se busca y siempre no se encuentra
y así result innombrable
algo que es necesario preciso tener
algo imposible inútil
que suena como sedas en lo oscuro
y cruje entre los ojos y respira



CARTAS. Buenos Aires, 1992

carta XL

mi querida: una es una inconciente
y sus actos son como un paseo distríado
por la cornisa a oscuras de la necesidad

así está destinada a la caída porque una
es una mujer desprevenida

una inconciente es una que es capaz de todo
por amor la conciencia no trabaja demasiado
(dejo de estar alerta y soy la voluntad
de lo que en mí trabaja más: una inconsciente
soy porque mis actos por amor pierden el tino
desnudando en público su verdadera condición:
lo femenino)

con furor alegre por el dolor del golpe
nace una trsiteza desmedida porque una sabe
en la caída la soledad de la caída

una es una inconciente que donde mejor se siente
es en el amor esa cornisa donde se organiza
la costumbre de ser una mujer

(en su falla lo femenino estalla)



LAS PREGUNTAS. Buenos Aires, 1998

¿si yo pregunto sabré?

pregunto como quien dispara una flecha
al corazón de la manzana: para claver el corazón

¿si arranco suave la heridora de la herida
sabré del corazón más que de la manzana?

¿la sangre que ella provoque derramar
es para mí?

pregunto como quien pregunta:
sólo por preguntar y oír la música

¿si el diapasón no suena bello a mis oídos
sabré más de la música que de los sonidos?

¿la felicidad que ella provoque escuchar
es para mí?

¿si yo pregunto sabré? ¿qué quiero preguntar?
¿si yo pregunto sabré qué quiero?
¿si yo pregunto sabré qué quiero preguntar?



TEATRO DE OPERACIONES. Anatomía y literatura. Buenos Aires, 2007

5

Ha llovido durante días:
fina, filosa, pertinaz el agua
pudre, lava y abrillanta.
Ajena a toda intemperie
Que no fuera la propia,
yo regaba las plantas
del lado cálido del vidrio.
Hoy al fin he salido a mirar
algo que no soy, el lago
alrededor del estrago
de los trabajos: tuve que salir
a distraer mi cuerpo del daño
visible: dolores al escribir,
árboles segados de raíz.
Días enteros de llover dejaron
charcos que hubieran sido
espejo de las altas copas
duplicándose,

pero lo continuo se ha quebrado,
y ahora sólo se ve allí cielo,
agua, esos veranos.


15

Acostarse, abandonar,
renunciar a la vigilia, desnudar
la cabeza de esa familia
de palabras: recostar
el alma que pesa.

Sobre su centro de gravedad
reposará ese miedo de perder
el control de los ecos del día,
de no ser
Imprescindible en ningún rol.

Cerrar el ojo y el ojo: dejar
el deseo sin cerrar,
amar el cuerpo tendido
como se ama el sentido del soñar:
reposar, reposar,

como un guerreo que odia las guerras,
como la perra que amamanta a su cría,

dejar esta pasión demencial
por estar de pie y atenta olfateando ideas,
aprender la lenta disciplina de renunciar.


17

No hay alivio para mí:
líquidos sinoviales ausentes
y cervicales en franca rebelión,
la alteración de lo visible en sí,
la esclerosis de las
profundidades,
todo se convierte en otro oro:
no son
la parte del león
de mi fortuna: cada una
de esas fallas es el precio,
la libra de carne con que pago
la energía,
el deseo y el ardor.

Alquimias del verbo
que, encarnadado,
en pura presencia me ha dejado:
escritura, amores, impaciencia,
dolores como ausencia
del Dolor.